“Esas cosas que te obligan sí o sí nunca gustan. Se dice que las mujeres gestionan mejor la jubilación, pero qué teatro. ¡Cuánto se puede hacer gratis!… Desde luego, siempre hay un lado femenino a precios más o menos asequibles. Todos podrían hacer de canguro dado el caso, otra cuestión es que se pida, y cómo, porque del quién, ya no hablamos, esto sí que lo estamos jubilando entre todos. Hay ganas y voluntad de cuidarse todos; y del disfrute… El capítulo miedo lo venció el orgullo. Y los dictados que nos hacen extraños son de otra época. No obstante, siempre hay otras bombas de relojería”, pensaba reforzando su unidad, justo antes de la consabida reunión anual, hasta que tocó ponerse en marcha.

-¿Vienes Patxi?, estás muy callado.

-Sí. Naturalmente cariño. Hoy nos podemos dar la mano.

-Y bésame. Aprovecha que la gente está con eso de los ciberataques.

-¡Umm! Vanidoso, ridículo, adorable, enfermizo, libre, ¡me encanta jovenzuelo! ¿De qué vas caballito?

-De búho real. Seré el rey de la plaza.

-¡Pero si no te podrás mover cariño!

-Deja de mear contra el viento ¡Quiéreme sargento! Tú también serás sospechoso.

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