Siempre hay algo que decir

siempre hay algo que decir

¿Qué es?

Se trata de una novela reflexiva estructurada en capítulos, donde se cuentan las historias de dos personas. Se puede considerar la continuación del volumen anterior de la Colección Pebeltor: Un desperdicio de virtudes. Toda vez que hay dos personas implicadas, cada cual con su mundo, en unos párrafos se relata la vida de una puta de lujo y sus avatares, y en otros, cómo el autor desea conocer a alguien. Hay una superposición de valores que dan significado a esos días, mostrando una unión, y la prominente desesperación por encontrar una salida a algo tan común como extraño y relevante. Se usan recursos como el mar y los aires para dejarlos a solas.

¿De quién trata?

Hay dos personajes principales: Silvia, una mujer gaditana, que está residiendo temporalmente en Madrid y se dedica a su negocio de la prostitución; y el propio autor que pone voz a su vida. El cual, no deja de analizar ese entorno inmediato para complementar sus días.

Podríamos contemplar a cuatro personajes, dos principales (el autor y la prostituta) y dos secundarios (el proxeneta y la terapeuta), pero con mucha presencia. El resto, como la familia, la peluquera y las amistades, ayudan a centrar la obra, pero no son la esencia en esta ocasión, sino que el planteamiento extra corpóreo de los dos existencialistas viene suplantado por una máquina de escribir, un pañuelo y un gato, además de ciertos espejos. El dinero importa mucho.

¿Cuándo se desarrolla?

En el año dos mil catorce. Entre los meses de septiembre y diciembre. Se toca la actualidad sobrevenida durante ese periodo, centrándose mayoritariamente en cuestiones de índole económica, sin desdeñar citas del pasado.

Se subrayan las reflexiones del autor contraponiéndolos a los escarceos de la mujercita y su necesidad de salir de ese bucle donde se ha metido.

¿Cómo se trabaja?

En todo momento se alternan los capítulos, donde las casualidades no son tales.

Con Silvia, lo primero que se cuenta es su devenir como mujer para otros, y ese desvanecimiento que va sufriendo a consecuencia de esa mala vida, tan distinta a la que tenía pensada. No obstante, ella intenta mentalizarse y no extrapolar esas circunstancias. Le sucede de todo, conociendo a muy diversos clientes, a los cuales se ve obligada a adaptarse, ayudándose de su otra personalidad: Davinia, y sobre todo, de una máquina antigua de escribir (Olivetti), y de un gato, el cual se adentra en la obra hacia la segunda parte. Usa la literatura como ayuda.

La otra persona, el autor, se ve envuelto en una maraña de ensoñaciones en torno a un pañuelo que se encontró, el cual, por más deshilachado que esté, ejemplifica su destino, o lo que él considera del mismo, en el aroma de esa mujer rota que le busca, proyectando su oscuridad.

Ambos, pueden llegar a converger. Hay muchos elementos que hace que se estén buscando el uno al otro, como el encuentro que hubo en el Parque del Buen Retiro, las visitas al Jardín Botánico, ese pañuelo que supuestamente llegó de uno a otro, y el modo con el que unen sus inquietudes por la economía. Pero de verdad, lo que les encumbra a ser una posible pareja, es su necesidad de compartir de igual a igual, asqueados por la sociedad en la que viven.

¿Dónde sucede?

La obra se ubica en Madrid, lugar donde ejerce la señorita. Toda la localización es real, citándose calles y edificios de la capital. También se cita otros lugares emblemáticos, donde de un modo u otro via.ja la señorita. Se cita Cádiz, porque la mujer es de allí.

Todo sucede en las guaridas donde ella ejerce, en su apartamento, y unos kilómetros más al sur.

¿Por qué?

Se quiere mostrar otro lado de la prostitución, concretamente el que aparentemente es de lujo, en una chica con principios. Igualmente, se relata la vida del autor, concibiéndose toda esa marabunta de pensamientos y sucesos varios como un ente, ayudándose de la poesía.

Son sobrias miradas de dos personajes que están en guerra consigo mismos, que se necesitan.

¿Para qué?

Se quiere mostrar el verdadero amor, con todas sus dudas; y fundamentalmente la soledad, el engaño y la marginación que una persona es capaz de crearse laboral y personalmente, también lo duro que es estar atenazado por otro ser que te explota, con quien en teoría tienes un negocio. Hay una encarecida lucha por salir y valerse por uno mismo, arriesgándose a la flor del pecado.

¿Qué formato se aplica?

Se escribe en prosa, pero tiene cabida la poesía, ocupando un lugar preponderante a lo largo de los diferentes capítulos, de principio a fin. Toda ella es referenciada a su autor, nombrándolo, salvo la que se crea específicamente, que sin ser mucha, es determinante para que esos sueños de esas dos historias en la que se crea una fascinación en torno a un pañuelo y una máquina de escribir, al objeto de tomarlos como guía para ir desarrollando los personajes, con un lenguaje de realidades donde se deja sentir el influjo de la amargura y las ilusiones.

Para unos, tratar acerca de ciertas convergencias supone revolver entre la basura, una muestra más de la inmundicia de nuestro entorno, la escoria en su máxima expresión. No obstante, para otros es un viaje iniciático a lo aparentemente imposible y sobrecogedor, que conlleva muchos deseos, por más dramas y jolgorios a los que se asistan. La cloaca de la humanidad no da respuestas a la ciencia, pero sí abre las puertas a un mundo tan invisible como necesario, donde cada vez las vallas son más altas, y sin embargo las mallas de separación van menguando, sitiándonos. Por ello, nos salimos de las normas y abandonamos las rutinas, no por inconformistas, sino por realistas. No importan las vergüenzas, se pelea por lo que a uno le hace sentir.

Absolutamente todos los consumos impulsan las economías, inclusive jugar a la falsa ingenuidad. Hay que disfrutar la búsqueda, con carnavales de todo tipo y esperpentos. Para ello, hay una clave: la importancia de hacerlo en el momento justo, perseverando y dándose caprichos. No hay que ser ilusos, sí prácticos y honorables, ya que ciertas decisiones cambian el sentido de las guerras. Cada uno, a su manera, busca ese alivio. A estas alturas, la retirada no es una opción. Hay tesoros que bien valen mil intentos.

Los griegos, prendían a sus muertos honrándoles con dos monedas sobre sus ojos. Era algo sencillo, y a la par complejo. No querían que nadie fuera tras de sí, pero sí que atravesaran la laguna poblaba de lágrimas de los condenados, por ello, a veces se acompañaban de otra bajo la lengua, a modo de canon para el barquero hasta llegar al guardián, y hacerle sombra. Una treta entre la compasión y la admiración, llenándose de orgullo por haber compartido con el fallecido, presenciando el resto de su muerte. Ese envenenamiento es fruto de la envidia, asistiendo a esa debacle interna en la que uno se pregunta si se queda o verdaderamente se va con los dioses; además, es cuando los mortales se percatan que pueden vencer a los todopoderosos, porque seguimos teniendo la oportunidad de hacer que cada momento sea único e irrepetible. De ahí, que atacando las debilidades de los demás, o sea, su deseos, masacramos a quienes nos quieren cegar y caminamos por nosotros mismos hacia la paz, luchando ferozmente sin ser siervos más que de nuestras motivaciones.

Las personas sensatas no sobran, pero deslucen mucho el arte de hacer sangre, son deliberadamente repulsivas, sepultan con su madurez emocional, hastían. Desligándonos de sus advertencias, nos hacen mirar por esa ventana indiscreta, y lo que hayamos son adjetivaciones, perturbaciones, y sutiles sacudidas al rincón de pensar, viviendo entre bambalinas la magia de unos y otros, a falta de hallar ese icono de estilo que todos los humanos echamos en falta, y que no está cuando más se le necesita. Meciéndonos en ese intermedio, se vislumbran y conocen otros estímulos, es un despertar de la amarga desilusión, sin alardes, simplemente dándole cabida a todas las correlaciones, conociendo el callejón de las maravillas, el club del edén, la sonriente anfitriona, la compañera ideal, su amante titular, etc. Todo son nuevas motivaciones sobre algo básico y mundano, donde se busca a toda costa minorar las consecuencias negativas, en un ejercicio de la mejor publicidad inversa: algo a cambio de algo. De esa epopeya sin testigos, repleta de miedos, desencantos y adulaciones se trata en este refugio privado. Básicamente es el comienzo de todo. Es un trabajo dual, donde se actúa retrayéndose y con payasadas, en una espera incierta; y otras, se financia arriesgando en todos los envites. De esa ambigüedad se dota la obra, compartiendo muchas vidas ajenas, creando un espectáculo de engaños llenos de verdades.

PRIMERA PARTE
Recortes ocultos
Volver a empezar
Autogobierno
Pongo la esperanza en ti
Tendencias
Nos volvemos a ver
Otro árbol caído
El arte de lo posible
Reprogramando la adoración
¿Romeo busca a Julieta?
El olvido de la memoria
Principios secundarios
Cuando empecé a ser rica
El problema es la solución
SEGUNDA PARTE
Gigantes muy pequeños
Un soldado a la espera de guerra
Anatomía de una victoria
Los ensueños de la selva
Parece que comienza la vida
Quien atravesaba las paredes
Algunos hombres buenos
Susurros de luz
A lo que redujo sus días
Otra forma de ejercer
Preparándose, al fin y al cabo
Nunca por nadie
Y sin embargo, todo es ahora
De esas cosas improcedentes
A la sombra de las palabras
La violencia invisible
Un duende de dos caras
Circulando
A la caída del sol
SILVIA (la hija de los panaderos, gaditana)
CARMINA (la compañera de habitación de Silvia en el hospital)
BARRABÁS (encargado nave del retén de jardineros de emergencia)
EL MARISCAL (compañero de la brigada que le propone ganar dinero a Silvia)
AMAYA  (la sexóloga-psicóloga de la clínica privada a la que va Silvia)
DAVINIA (el nombre que adopta Silvia al  tratar con la sexóloga-psicóloga)
Demás familia.

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