Y siempre, dondequiera que llores,
estaré ahí, contigo. Mirando y sin mirar,
como aquella primera vez, que te creías grande,
…
Y te haré caso, seguiré siendo una exploradora;
contigo y sin ti, creciendo y creciendo,
y ajustando las decisiones.
Nuestro mundo era menos complejo:
nos perdíamos debajo de la cama,
te metías bajo el fregadero,
detrás del sillón…
y ni siquiera tenía que encontrarte,
te dejabas ver, renacuaja,
aquí y allá, sonriendo…
sonriendo…
…
Le diré a papá que se apunte,
tenemos que animarlo,
y le moveré el sillón tal que estuvieras ahí,
Tú y la realidad cercana. Pequeña.
Y buscaremos cohetes en el espacio… ¡tú ayúdame!,
que seguimos juntas mi vida.
…
¡Ah!, no me olvido de Sophie:
le sigue gustando sentarse a ver llover.
Tu gatita y papá también son héroes que miran a los ojos de los dioses.
Cuídate mi vida… que tenías razón. Toda la razón…
…
Era cierto, escuchaste bien: “Estaba amaneciendo,
pero la vida nos estaba ofreciendo un comienzo diferente” mi vida.
No te me pierdas guapa… Que yo te crezco. Siempre serás mi mujercita.
Dondequiera que llores estaré yo.
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