La persistencia de la memoria, la omnipresencia del tiempo, el movimiento perpetuo, el dominio sobre la humanidad y la mirada tímida pero bienintencionada quedó en eso… en ser un reloj blando, duro. Desactivado. Que no quería a nadie. Tal que una persona de reloj cuando todo se había terminado. Sin nadie, sin nada. Ni besos, ni abrazos, ni lágrimas, ni caricias. Nada.
Solo ser la dulce inercia; obligado a aprender de nuevo a ser frágil en un mundo infinito. A aprender a leer sombras de otra manera. A chocar contra la censura, y la literatura de la derrota.
Solo.
No quería ni mirarle, siempre hermosa y con los dedos largos y las venas marcadas. La niña que fue. Hasta…
En Villaciruela estaba prohibido leer, escribir. Las señoras habían de serlo siempre, admirables en cualquier circunstancia. Afortunadamente siempre existía otro…
Por muy diferentes o parecidas que sean, y cosas hirientes que se digan, las religiones unen a las personas. No…
Mientras las gentes del lugar afrontaban sus problemas, otras tomaban conciencia del dolor con una honestidad entrañable. Uno de cada…