La duda es si le riño o le arrullo. Es nuestro silencio extraño, con su mea culpa. Pero ganas no me faltan. Me lo conozco muy bien. A poco me dirá que en verano nos vamos unos días a la playa nosotros solitos, y que era solo una broma… con su cara de siempre, la de cuando ya sabemos.

Me callaré. Le dejaré hacer. No me soluciona nada renunciar a las olas, ¡es que me encantan! Hoy no seré mala malísima. Esperaré, sí, para cuando la barriguita. Tampoco me interesa cambiarle el comportamiento así de primeras, es pesadísimo lo otro. Ya vendrán las primaveras.

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