Escucho: “conozco a alguien, que tiene una conocida, que tiene un problema”. Y me pongo a ello, a aliviar su pesadez, creyendo que puedo ayudar, para que se reencuentre y vea las puestas de sol de otro modo. Es su gran ocasión, y la mía; aparentemente lo hago por ella, pero hay algo más. Es una argucia, toda una operación de maquillaje para seguir viviendo en la cúspide de las sinrazones, porque cuando la realidad se nos muestra tan cercana, ni nosotros mismos podemos rebatirnos yendo en contra de ese plan de estímulos, y quizás, es nuestra causa y también nuestro letargo.
La audacia te lleva a lugares únicos y a desarrollos multifuncionales, superando las indisposiciones y atravesando todas las mamparas de la ética. Algunas tentaciones se combaten con caprichos, en una lluvia de fuego que devora todos los alrededores… En una complicidad que se inicia a base de empujones y disciplinas, la curiosidad de un increíble viaje, me lleva a asomarme a determinadas figuraciones que me ayudan a seguir relatando el mundo, las cuales, tienen un poder de revelación que atrapan.
Las presentaciones son eso, puestas en escena, sin excepciones. Después… Resulta, que hay cosas que son necesarias, aunque parezcan increíbles. En los vaivenes, se naufraga y se tejen muchas alianzas, dando lugar a certezas que no conviene explicar, las cuales te llevan a la efímera gloria, y de un fogonazo te sacan de la misma y te hacen recuperar la expresión del olvido o te ayudan a sobrellevar los días. Son vertederos, plenos de hazañas, con los que se pretende ir deletreando el mundo. Hay frases, como: “ponte guapa para el buen tiempo”, que son un compendio de muchas cosas buenas, y aglutinan un sinfín de características diferenciadas. Así pues, conservemos el ambiente estudiantil, que hay que morir más que aprendidos. Básicamente, nunca dejamos de ser personas que luchamos por obtener una beca…
Iniciamos una nueva era abriendo otro sumario, lidiando con la espontaneidad de las necesidades, enterneciéndonos duramente. Y sin arrastrar personajes, es el modo al que me obligo, y el que verdaderamente siento, aunque haya momentos de duda, y con el cual espero saber valorar justamente las nuevas oportunidades. Forma parte de la economía del día a día, tanto como que uno tiene que comer lo que gasta, y encaramarse a otras pedagogías para saciar sus oscuridades, sin encasillarse, mirarse del revés, ni temblar por el significado de las palabras.
El mundo se compone de muchos trozos invisibles, veamos uno de tantos; es el teatro del exilio de la gente, y la dictadura de los sueños, la mentira y los deseos… El simbolismo de la forma de vivir rara vez se elige, tarde o temprano todos nos volvemos vulgares, sobre todo, cuando nos adentramos en los silencios de los demás y establecemos sinergias que nos alejan de todo cuanto queremos. Son afinidades incomprensibles, que alimentan los descontentos y te ayudan a superar momentos. A eso vamos, de ningún modo se pretende cambiar el curso de los ríos, ni entrometerse en las disertaciones que rigen las corrientes de los mares, o imbuirnos en las inquietantes mareas que se balancean en los océanos. Se trata de convivir, en una sociedad que siempre pervive y que nunca abandona su esencia, haciéndonos grandes o pequeños.
La soberanía de una persona reside en poder regenerarse y seguir siendo uno mismo, nunca vivir por encima de sus posibilidades, ni mucho menos evitar ser lo que uno es: un soñador que se hace eco de su diario de la nada, para arbitrarse y ser algo en el mañana, ya que ningún perro lamiendo engorda.