Berta, en su alegría y desvelo, le hizo viajar a lugares no para conocerlos, sino para confirmarlos. Sin prisa febril. Simplemente perfectos. Más estando en la cama con el hombre inapropiado en esos desnudos de disparate y esos malos tiempos para el país, queriéndose como leones, con imperdonables mordiscos y ese sonido de la alfombra urdida por la música del hogar, olvidándose por unas horas dónde estaban y quiénes eran.
El agua, cuando viene,
viene con las escrituras que son suyas.
Al continuar con la navegación entendemos que se acepta nuestra Política de cookies. Más información
Utilizamos cookies propias y de terceros para mejorar la experiencia de navegación, y ofrecer contenidos y publicidad de interés. Al continuar con la navegación entendemos que se acepta nuestra Política de cookies.