El derecho no está para discutir, es la suma de todo. Pase lo que pase. Lo pienso y escribo al preguntarme si ¿de veras vivimos en Un mundo no tan distinto?, o si ¿somos demasiado serviciales?
Regreso de hacer deporte, dinámico y complejo por ese lunes de diario bien largo, y me enfrento a la radio como compañía mientras hago otras cosas. Pero no. Me viene la libertad de poder elegir, el “sí”, el “no”; y todos esos mirar hacia otro lado. Lo expreso sin ser populista. En absoluto lo pretendo. Esos discursos solo sirven para forzar decisiones, no para ser diligentes conforme a derecho.
Porque mi pensamiento trabaja inconscientemente sobre el camino recorrido, y el camino por recorrer de esa mujer, profesora, que han hallado muerta; y pareciera que hay una intención detrás de su cadáver. Algo, que, por prudencia, omito. No obstante, qué fea se habrá quedado la clase, y qué bella la viuda. Como hombre, como funcionario, como deportista, como persona, sur y norte… la cubro con un velo de respeto y diálogo, con esa transparencia negra de un encuentro como este al regresar a mi casa e informarme de lo acontecido en otros lugares del planeta más allá del despacho donde uno ha de mirarlo todo con las gafas de los que nos mandan.
Sin duda, cuando pueda, creceré en mis mundos imposibles, escribiendo. Es aliento, es normalidad. Si de algo pecaré esta noche será de esa realidad… como que, de lejos, sentado en un precipicio, el suyo, con mis pies colgando… Y en unos días tocará felicitar la Navidad. Imaginemos que es eso, un respeto, a la suma de todas las tradiciones, se crea o no. Y viceversa, una reclamación, una reivindicación, porque hay que seguir creciendo, viviendo, siendo, estando. Esa gesticulación la hemos de hacer pensando que una hora menos es una hora más. ¿Se imaginan qué sería si evitásemos los minutos irresponsables?, ¿los de la desesperación?, ¿los que nos muestran como figuras diferentes?, ¿los de la violencia y el no echarse atrás?
¡Y joder! ¡Qué poco me gustan los tatuajes!, pero ha servido el de su costado para marcarla. Sí. Vio al coco la profesora, según parece: otra ecuación imposible de las que quitan oxígeno. Al mismo tiempo le han sido pétalos de ser y reconocer, de celebrar y de enmarcar.
Es lenguaje del pasado en su totalidad, ya. En Un mundo no tan distinto, ¿demasiado servicial? el cual uso para tapar esas hemorragias y liderar humildemente mi cambio, el de nuevas lecturas, el de nuevas ondas, sumando, porque mañana saldré a correr, escribiré, trabajaré y dejaré cuáles son mis exigencias irrenunciables, con mi día a día, mi ser, mis pasos y muchas gafas: “el derecho no está para discutir, es la suma de todo”.
Estoy, siendo, extrañando.
PEBELTOR
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