Nunca encontraron el hacha ni la encontrarán, señor juez. Menos aún la cabeza de la chica. Y no, no está en mi minihuerto… dichosos ojos. Todo terminó el día en el que aquellos dibujos acabaron por representar nuestras vidas.
Esto disipa las sospechas sobre mi padre, solo estaba borracho y un poco sentimental. No podía imaginar que acabaría ahogándose; las mejillas aún me arden de vergüenza.
Así es la naturaleza humana, ¿no?
Una chica delgada, morena. Solía vestir de negro. De eso también estoy seguro.
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