Si hubiera un paseo de la fama en el mundo de la moda, el señor Lowell C. Denson tendría unas cuantas estrellas. Sabía más que nadie sobre los límites del engaño. Podría vestir a una pareja de rinocerontes y hacerla desfilar sin que los asistentes se fijaran en qué tipo de animales eran esas criaturas de herbívoros. “A veces un caballero debe dejarse engañar” les decía a sus chicas. Lo hacía, porque el riesgo estaba en no saber lo que se estaba haciendo. Y por supuesto era un defensor del largo plazo. Raras veces trataba con alguien o buscaba negocios buenos y comprensibles si no era para mucho.
-Compra solo lo que estarías feliz de mantener durante diez años -fue con lo que conquistó a su esposa, entre otros largos caminos a casa. Y esa misma dinámica la mantenía con las restantes.
–Cuando la verdad no puede ayudar es mejor mentir– era otra de sus cuentas.
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