Las primeras obras (El libro de un cualquiera, Me columpio en el vacío, A las luces de abril) al no ser novelas al uso y ser de tipo narrativo, hay quien podría englobarlas como un relato largo o un diario novelado. Y eso es un error, porque las mismas puede adentrarse en la biblioteca de lectores varios, que tan pronto quieren algo de historia, de ficción o de análisis, como de elucubraciones varias. Al albor de su práctica como escritor, efectivamente mejora su praxis, logrando dinamizar sus párrafos de mejor modo.
¿Comparable?, claro que pudiera ser, de tantos escritores -y buenos- que los hay. Ahora bien, no se puede llegar a ser tan pretencioso y maleducado como para citar a unos sí y a otros no. El mismo, se ofrece para explicar sus referencias según qué libro, cara a cara, ya sea con el lector o la prensa. Su pensamiento suele ser menos noble que el acto simple.
Genéricamente se podría encasillar cualquiera de sus textos si nos lo proponemos, pero ninguna mente piensa del mismo modo, ni traduce la realidad de la misma manera. Conforme el autor pergeña nuevas obras se va alimentando de otros muchos escritores, sean contemporáneos o clásicos, procurando trabajar en ámbitos muy diversos, para ir poniéndose a prueba, y por la necesidad intrínseca de escribir, no solo como oficio.
Sobrevaloradas o no, las andanzas forman parte del realismo existencial de principio a fin. Si bien, hay una notable evolución en la manera de escribir, motivado por un proceso formal en dónde no se deja a un lado la base normativa que él mismo se autoimpuso: plasmar todo lo que se le pasase por la cabeza, no solo con sentido y sensibilidad sino también con dignidad y orgullo, aunque pudiera parecer una locura o una banalidad. Ese viaje al interior de quien se muestra desnudo, en todos los aspectos, son huellas de un universo tan visible que el autor muestra conectando con sus días toda perturbación y/o sueño. Pudiendo ser quien quisiera, elije ser él mismo, habitando su hogar con veneno puro, pasión y constancia, escribiendo hasta sus silencios, porque en ese puzle con el que amasa su vida siempre hay alguien observando, no solo él. Curiosidades de sentimientos sobrevenidos que le hacen abordar géneros, temáticas y públicos muy dispares, no destacando salvo por pensar como los demás y contarlo tal y como sucede, más ese condimento tan suyo, de autor: sin tabúes, sin prejuicios, sin limitaciones. Básicamente, la Colección es una suma por real y sentida.
En esta obra (Colección) no se juega a la falsa ingenuidad, el panorama no es de impostura. La emboscada ya viene dada por el mero hecho de vivir trabajándose las preguntas y las respuestas sobre las grandes cuestiones de la vida, en el diario de su propia pasión.