Soy más que el oro negro, mira mis pliegues. Y ese blanco de la piel tendida, ¿acaso no vale un golpe de estado mayor? No quieras saber dónde están los límites. Tú que dices ser mi mejor fiscalista internacional, ¡tú que viajas tanto!, ¡tú que dices tener respeto por quienes no conoces! ¿a qué esperas?
Mi confianza no será eterna. Como ves, soy así. Ahora. O te atienes a mí o nuestra amistad se desmorona. Respírame profundo, siente mis entrañas. Fuiste tú quien dijo que no quería dos vidas en una sola para no tener nada. Los seguidores eligen a sus líderes. Ya no soy tu pasante, ¡ya no hay juicios!, ¡ya no hay estrados!
Respétame y dame tu confianza. Olvídate de las nóminas y vistas pendientes, o de esas entrañables conversaciones con vistas al mar. El mejor liderazgo se basa en la persuasión. No te pido que me hagas socia, sino integridad. La individualidad es el peor enemigo del liderazgo. Te dije que quería ser madre. Lo elogiaste rápido, te recuerdo.
Ahora no hay clases profesor, ni puedes tontear conmigo pelando el marisco. Tú eres el único responsable de conservar tu integridad. Yo no te estoy quitando tu base de poder y autoridad, pero si no la usas la perderás. No soy eterna. Ya me aseguré de conocer todo sobre ti. No sólo gestionamos cosas, lideramos personas jefe. Deberías verte, dudas más que yo.
Tanto detectar la manipulación y el engaño y no escuchas a tu instinto. Jamás te he escuchado decir en voz alta “me equivoqué” o el “no sé” magistrado. Todos podemos ser líderes, seguidores, colaboradores o extraños.
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