-En enero se mata mejor, pero hoy no quiero matar a nadie- dijo la malnacida en busca de un poco de paz, con sed de mar, cual marino que perdió la gracia del mar.
-No puedo hacer de niñera de una mujer madura -le contestó con la calma luchada, empezando su avasallador carrusel.
En fin, el amor y lo que no era amor: ese secreto que los ojos no sabían guardar.
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