Si frecuento tus horas, cuando tú frecuentas las mías: nos conoceremos. Soy PEBELTOR. No paro de pensar en las cosas, sí. Y mis recuerdos son tuyos, también lo que la verdad esconde… tal vez para siempre, es el cariño de la discordia cuando uno lo explica todo en sus libros. Pero últimamente las insubordinaciones han sido reiteradas, con lo cual, he escrito más. Si fuera un vikingo, esos que lo entienden todo al revés, tendrían otra libertad extrema, estoy seguro. Pero hoy lo que importa son los libros, no los diálogos sin cortapisas.
Los hay de poesía, de relatos y también novelas más o menos largas o cortas. Tratan de todas las conveniencias. Se habla de luchas, sexualidades, oros negros, rojos y de todos los colores, naturalezas humanas, gentes y un sinfín de sensaciones. Las reglas: los criminales deben ser tratados como personas. Y no por ello hay que ser tonto, pacífico e ignorante. Un ejercicio esencial para ser uno mismo.
Los insólitos y exaltados deseos también tienen cabida. No siendo así, no sería yo. Mi alma no se contenta con ganar o perder. Pido más. Lo pronuncio en mis libros: Es lenguaje del pasado; No tiene ningún sentido; Fugitivos; Anhelo, más allá del mar; Deseos humanos; La francotiradora de su tía; Zanahorias para todos; El fin de la infancia; Dinero y mujeres; Flores de plástico; Las lágrimas de tu payaso… y tantas otras más, para no ser un cuadro en blanco.
Sea como sea, estar cerca o lejos no es lo mismo sin libros: esas otras miradas. En papel o para dispositivos e-book.
No quería ni mirarle, siempre hermosa y con los dedos largos y las venas marcadas. La niña que fue. Hasta…
En Villaciruela estaba prohibido leer, escribir. Las señoras habían de serlo siempre, admirables en cualquier circunstancia. Afortunadamente siempre existía otro…
Por muy diferentes o parecidas que sean, y cosas hirientes que se digan, las religiones unen a las personas. No…