Mi ramo de rosas para ti…
Tal vez los sentidos sienten sin miedo,
tal vez aún rodamos descosiéndonos la boca,
tal vez todavía el tiempo no abrigue lo suficiente.
Ten paciencia, que todo tendrá buen fin… dicen, otros.
No tengo más ambiciones, las conociste todas: a la deriva,
inquietas, ejemplares, de las malas, mudables y constantes.
Con valor y entereza nos siguen, ellas no purgan las penas.
Y a la par está la cama, siempre, que no se pasa de moda,
como siguen las cosas que no tienen mucho sentido.
Porque el mundo no se explica solo, el mundo;
un mundo que escucha y escuchamos…
Cuélgate de quien te quiera, sí;
ambiguas horas quedan,
más lo tengo claro.
Cuidémonos;
Y yo,
que había jurado,
espero maletas y lluvias,
ahora que sin saber, he sabido.
Qué poco rato dura la vida, ni el beso;
no soy yo, ni tú, ni nadie… peor para el sol.
Y a comer sopa boba y perderse en las noches,
que los sueños sean mentiras de verdad: mentiras.
Otra forma cobarde de decirnos que no y que sí, que nada,
otra forma de negar lo que se esconde, de mentir con la verdad.
Nunca tuve mayor religión, ni ojos por ninguna otra o razón de espejos.
Escribo las soledades porque me sobran, porque se caen y porque fueron. Sí.
Qué pequeña es la luz cuando no está todo en un solo lugar, sonido y buen tacto.
Y la letra seguirá buscando un amor a medida, que sea amor, y que valga la pena.
Prefiero la guerra, ésa; y entender lo que pasa, viviendo y entendiendo, siendo,
y que pase lo que tenga que pasar, porque ser valiente no tiene que ser caro.
Ni malo, y nunca cobré a nadie, ni pagué a conciencia; siempre vestido.
Las tonterías de la gente para la gente, el amor para el amor.
Porque el hueco está, quedó, un hueco… Te fuiste, tú.
Saliste del vivir aquí para allá, cambiaste. Tú.
Y había espacio, y de todo. Bueno…
También malo, y reventaste.
No me esperaste llegar.
Te fuiste. Tú.
Besos.
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