No conocían esa foto. El pequeño no comprendía si eso fue un desliz y trató de salir del paso. Ella apenas le dio importancia, nunca les contó nada de esa boda anterior. Quizás le resultaba incómodo hablar de ese asunto.

Ella apenas hablaba de su pasado en Cuba.

Aquella noche el jovenzuelo tuvo una pesadilla. A través de una pequeña ranura por entre las cortinas presenció tres hombres, no uno, tres; y luego como que forcejearon con su madre, envuelta en sudor. Hombres de hechura negra, no como su padre, que ni a café con leche llegaba. Un sueño que se le repitió muchas noches desde entonces.

Quizás ella tuvo más romances a lo largo de su vida y no te lo contó todo, se pronunció el mayor al padre, mientras los llevaba al colegio. Ya tenía una edad como para insinuar con picardía. Sin embargo, nunca hallaron la ocasión apropiada. ¡Cuán diferente hubiera sido todo si no se hubieran salido de la carretera!

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