-El talento de las mujeres es el cincuenta por ciento del talento de la sociedad y seríamos muy torpes si prescindiéramos de él -soslayó el galés, callando lo de que “el diablo te ofrece el plato, más no te obliga a comer”.
Y, gracias a una melodía de notas sueltas de piano que salieron del teléfono del americano recuperaron la luminosidad natural, quienes la tenían.
-Me muero por fumarme un cigarrillo -esgrimió Mary Anne a toda esa aristocracia de barrio.
Si alguien me dice que entiende lo que viene sucediendo en este puto reino es que no se lo han explicado bien, farfulló el señor Griffin.
A mí no me entierras tú, barruntó otro.
Extracto del libro Mary McCarthy (PEBELTOR)
Disponible en Amazon
No quería ni mirarle, siempre hermosa y con los dedos largos y las venas marcadas. La niña que fue. Hasta…
En Villaciruela estaba prohibido leer, escribir. Las señoras habían de serlo siempre, admirables en cualquier circunstancia. Afortunadamente siempre existía otro…
Por muy diferentes o parecidas que sean, y cosas hirientes que se digan, las religiones unen a las personas. No…
Mientras las gentes del lugar afrontaban sus problemas, otras tomaban conciencia del dolor con una honestidad entrañable. Uno de cada…