Galicia era la pura esencia de la economía circular elevada a sí misma, siendo los cargos públicos ratones de campo; habiendo un treinta y tres por ciento de pobreza. Pobreza real, y de las otras:
-Le rompieron las gafas y no podíamos pagar otras -argumentó con desánimo una mujer de tantas, vulnerable tanto como que sin fuerzas para perseguir una mariposa para su hijo como único y mejor regalo de Reyes, haciendo cola en el batir de alas del reparto de alimentos, por la asociación Red de Apoyo Mutuo México-Galicia.
Gafas y comida que aseguraban a las familias que no se podían ni ver. Familias con guardianes de todo tipo, apresurados como Pío Cabanillas. Familias con negocios de todo tipo. Familias con dinero, y tipos de esos, emigrados, que no tenían edad alguna para mostrar la valentía y sus pensamientos.
Avión, el pueblo de los helicópteros, los ricos y la lista negra de jubilados pobres, con sus idas y venidas. La Galicia donde no había tanatorios ni morgues algunas. Avión y sus calles, un pueblo donde todo el mundo sabía algo pero nadie lo sabía todo. Una postal de despecho contenido. Pecados de una España siempre en obras, donde si dabas la mano había que mirar a los ojos.
La única manera de no ser una mujer casada en tal lugar era ser rica.
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Se es de donde se quiere ser,
y se pertenece a quienes se desea pertenecer.
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