Hacia Pompeya se presentía algo más, quizás porque junto al volcán todo era sumamente taimado y latente, cuales entrañas de una madre. En todo ese tiempo se respetaba más que en el norte u otros países lo que iba sucediendo, como si hondamente, años antes, aquellos que por alguna razón habitaban tal lugar, se hubieran hecho una idea previa de la caricatura en la que podía acabar el mundo conocido. Por seriedad, los clientes habituales de los bares que se saltaban la orden de cierre racionaban los cafés. Los gimnasios habían sido cerrados sin necesidades de ambages o asentimientos a la ley. La gente se tapaba la boca para hablar, como si fueran futbolistas o deportistas de élite siendo grabados. Y toser, ya se tosía hacia la doblez del antebrazo, por el codo. Un efecto de audacia que los más jóvenes fueron imitando en horas en las que pocos se movieron ágilmente.
No quería ni mirarle, siempre hermosa y con los dedos largos y las venas marcadas. La niña que fue. Hasta…
En Villaciruela estaba prohibido leer, escribir. Las señoras habían de serlo siempre, admirables en cualquier circunstancia. Afortunadamente siempre existía otro…
Por muy diferentes o parecidas que sean, y cosas hirientes que se digan, las religiones unen a las personas. No…
Mientras las gentes del lugar afrontaban sus problemas, otras tomaban conciencia del dolor con una honestidad entrañable. Uno de cada…