La felicidad fugaz solo fue un baile. Se dejó llevar por eso del presumir de ir a sitios exóticos, lejanos. Y al final la medida del dinero la daba la necesidad que cada cual se creaba, amén de las básicas: salud, educación, comer, tener un techo y algo que ponerse.
Evité decirle que yo una vez estuve en uno de esos sitios, a priori lejanos, y casi que rocambolescos. Donde hasta la música sonaba mucho más bonita; música de todas. Incluida la de toda esa pobreza que no siempre queremos ver. Y a la vuelta me sentí vacío, por lleno. Y sí, recuerdo verla por la ventana, cada día. Una, pareciendo cientos… No desperdicié el tiempo viéndola, y hasta me vi a su lado, ayudándola en su propia espiral descendente, amaneciendo y trabajando. Y jamás tuve otro modo de localizarla que soñándola, hasta con la felicidad fugaz de un solo baile.
Yo no hice daño a mi hija, inspector. Eso es absurdo. No hay nada que pueda hacer respecto a la psiquiatra, eso sí. Quiso sonar jocosa. Su marido estaba de acuerdo. Nunca antes había tenido que llamar a la policía. Después de todo, vivían en la casa de al lado.
No quería ni mirarle, siempre hermosa y con los dedos largos y las venas marcadas. La niña que fue. Hasta…
En Villaciruela estaba prohibido leer, escribir. Las señoras habían de serlo siempre, admirables en cualquier circunstancia. Afortunadamente siempre existía otro…
Por muy diferentes o parecidas que sean, y cosas hirientes que se digan, las religiones unen a las personas. No…
Mientras las gentes del lugar afrontaban sus problemas, otras tomaban conciencia del dolor con una honestidad entrañable. Uno de cada…