Esa sala de techos bajos y una barra que guarda más vicios que en lo real, ¡cuánto cariño!, ¡y qué cuadro! Al principio, claro, empecé y no era accesible, luego ya con media vida y con lo que me ha pasado, como para nunca imaginar… ¿Me hace falta?, no sé muy bien… sería una sola palabra.
Yo calculo que tocar le toqué seguro. Ahora sí que parece un mandatario. Pase lo que pase, seré fiel escudera. No reclamaré, todos tenemos nuestro escaparate y nuestra trastienda. La sorpresa fue ese momento, cuando la silla de ruedas; salí de allí casi estupendamente, y por detrás venía la gerente, diciendo –oye, palabra de mujer ¡eh!, si te acuerdas es que no estabas allí-. Tanto tiempo luchando, que no me lo termino de creer… si quisiera… Qué extraño.
No quería ni mirarle, siempre hermosa y con los dedos largos y las venas marcadas. La niña que fue. Hasta…
En Villaciruela estaba prohibido leer, escribir. Las señoras habían de serlo siempre, admirables en cualquier circunstancia. Afortunadamente siempre existía otro…
Por muy diferentes o parecidas que sean, y cosas hirientes que se digan, las religiones unen a las personas. No…
Mientras las gentes del lugar afrontaban sus problemas, otras tomaban conciencia del dolor con una honestidad entrañable. Uno de cada…