Vista así cualquiera diría que tuvo que ser operada de los dos brazos, intubada y sedada para trepanarle el cráneo hará unos cuarenta días. No sólo sus músculos tenían esa extraña memoria.
¡Pero qué cabrón el espejo! Todas las fracturas para él. En eso quedan los sonidos de un escándalo: ni los ratones de Dios.
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