Se sentó de un salto en el borde de la piscina, junto a ella. Su cuerpo mojado relucía. Echó hacia atrás una mano apoyándola sobre una de esas baldosas, para mantener el equilibrio; el otro brazo hacia ella, por la cintura. La miró y le dio un beso en el hombro desnudo.
Lo último que envejecía de una mujer eran los hombros.
Llegado a la media vida, o superada, el escritor escribe de eso. De cómo se llega a la ancianidad, de…
No hay una pena de muerte para hombres distinguidos y otra pena de muerte para hombres vulgares. Hubo disparos, varios.…
A veces se despertaba de noche a su lado, y si ella también estaba medio despierta se hundía por entre…