donde los pájaros son seres del presente,
con todo ese flujo de emotividad considerable,
y ese canturrear o latidos que los hace eternos.
Las frases se entrecortan, no hay emperatrices del mañana,
los niños arrugan la nariz, los perros buscan refugio, nada es concreto.
Cualquiera espía por la ventana, faltan paseos, fervores;
hay culpabilidades adúlteras. También surgen los acuarios,
y los dientes de las maestras se sujetan mejor que los nombres de las calles.
Se musita mucho, por pasillos, los pájaros; en ratos.
Esa marioneta atascada en las demás estaciones,
cual dolor de muelas.
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