Los pecados de una chica casi decente eran esos, que a veces jugaba contra sí misma. Una vez se quiso sujetar los párpados con celofán. Otra, se coloreó la lengua y hubieron de atarle las manos para que no siguiera más adentro. Pero la primera vez que tan importante fue el delito como quien lo cometía, no tuvo otra ocurrencia que volver a iniciar siempre la misma conversación: desde entonces se medicaba.
Llevaba la vida en una tarjeta desde que murió su chico. La vida le estaba hecha de momentos absurdos. “Diste un paso adelante, te dije que no”. Si lee esto, y/o escucha varias veces la frase, por favor llame al Centro Remenber My, Columbia. Tf 36524 ´Soy Mary Anne2, una paciente´. Diga eso. Y déjenla aplaudir, le calma. Cúbranla y esperen que llegue la ayuda: somos rápidos.
No quería ni mirarle, siempre hermosa y con los dedos largos y las venas marcadas. La niña que fue. Hasta…
En Villaciruela estaba prohibido leer, escribir. Las señoras habían de serlo siempre, admirables en cualquier circunstancia. Afortunadamente siempre existía otro…
Por muy diferentes o parecidas que sean, y cosas hirientes que se digan, las religiones unen a las personas. No…
Mientras las gentes del lugar afrontaban sus problemas, otras tomaban conciencia del dolor con una honestidad entrañable. Uno de cada…