De la cantidad de imágenes que vemos a diario, no dejo de pensar en esa en la que unas mujeres yemeníes estaban siendo tratadas con quimioterapia en una sala conjunta, tapadas conforme a las tradiciones que nadie debe criticar, máxime cuando se desconocen.
De lo bueno, que ellas tienen acceso a la medicina. ¿Por qué no?, aunque supongo que serán parte de la élite, por decirlo de algún modo. De lo malo, que quizás no sea lo más recomendable desde el punto de vista estrictamente sanitario tratar a alguien que no muestra más que las pupilas de los ojos y las manos, cuando precisamente no están bien, cubiertas por sus telas, oscuras.
Es una reflexión respetuosa, bienintencionada. Partiendo de la base de esa otra percepción: sus poses. Por más que estén reclinadas en unos sillones medicalizados al efecto, no son precisamente alentadoras, sobre todo, cuando escrutas a fondo los ojos y la disposición de las manos, con tanto cableado y ese contraste del azul de las sábanas con sus negrores, protagonistas.
Igual, los credos, sean los que sean, tendrían un hueco de piedad, sanando; o las personas, hombres si acaso y mujeres, que a veces son más malas con ellas mismas que todas las creaciones posibles.
En su defecto, querría ver un tango como poco, por ejemplo; manejado por ella, de piernas naturales, marcando el paso. Sueros de esos también se echan en falta, así como los milagros, pues extrañamente todos estamos enfermos, y hay que escapar de todos los interiores.
No quiero ni pensar qué música tenían las mismas, intervenidas y ataviadas hasta la extenuación. Aunque sí, todo es muy interpretable. Me falta mucho mundo por conocer, pero es que uno ya nació condicionado, como todos… ¡qué pena!
Platón dijo: los buenos son aquellos que se conforman con soñar lo que los malos realizan. Luego, no estaría de más reconstruir el sueño de tanta imagen, con esas piernas sobrecargadas de lo brutal, sincero y espontáneo.
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