Insensatos, así los veían algunos, a todos esos niños saltando en los charcos llenándose de agua y barro. Otros, apenas los distinguían, centrados en los tonos desiguales de las casas contraponiendo la jovialidad (pesimistas a más no poder) con la envidia como sonrisa.
Y luego queremos ser todos iguales. Cabrones.
Escribir un comentario