Castigo de Dios y de los hombres en la Tierra

Booktrailer

    ¿Qué es?

    La historia de un lugar, un tiempo, en el que no había tribunales para juzgar a hombres como el obispo, mintiendo los artistas para decir la verdad, gustándole a ciertos curas jugar a las confesiones, enseñándole la firmeza de sus creencias, pareciendo Santos cuando en realidad encarnaban al Diablo.

    Castigo de Dios y de los hombres en la tierra expresa la impaciencia por ganar, que es lo que finalmente hace perder. Vengándose todo el mundo de su familia, de sus amigos, buscando a su vez el sudor del pensamiento para salir de esos días en donde quienes jamás se mancharon las manos lo dominaron todo taimadamente.

    El poder y culpa, tal que un perro mordisquease una y otra vez el mismo hueso para enterrarlo en el jardín como si fuera suyo, jugando con dos ventajas: la religión (costumbres, hábitos) y el dinero (alimentos, médicos, vivienda). Una inercia absoluta de las cosas hacia la abdicación de la certeza.

     

    ¿De quién trata?

    De los nuevos diáconos, entre los que se encontraban Miguel, Martín, Pascual y Ángel. Fulgencio, cura jefe de obra de la Estatua de la Libertad.

    El obispo lactante José Mauro, cuya Sorroche, inmigrante como tantas otras, lo amamantaba divinamente. De los capellanes Sempere y Melgar, enamorados de la hija del capellán castrense: Florentina (monja y sargento).

    Miralles, un capitán retirado, ya viudo, que estuvo sirviendo en El Líbano otrora época, donde el amor y el afecto, y donde a menudo una mujer casada tenía más cosas que perder, debiendo ser más cuidadosa, más prudente, lo mismito que en Villaciruela. Un retrato global misericordioso.

     

    ¿Cuándo se desarrolla?

    Hacia final del 2023 y casi que, hasta la primavera siguiente, ya en el 2024.

    No era paz, era silencioHabiendo que tener cuidado con el vacío de las vidas muy ocupadas.

    Encontrando la distancia adecuada entre los grandes acontecimientos y la vida cotidiana, así tan pronto escuchando el ruido y la furia humana o los tambores dictatoriales como el bullir de un puchero o los lamentos de un cura y su urgencia enfrentado a la cortedad de miras o entregado. 

     

     

    ¿Cómo se trabaja?

    Villaciruela no es una elección natural, es otra cosa. Lo mismito que Roma y su Curia. Esa imagen prehistórica del hombre de caza y la mujer con los niños nunca existió, ahora bien, había tantos eufemismos y un lenguaje tal, que disfrazaba la realidad.

    A veces se hacía necesaria la ausencia de palabras y que todo quedase reflejado en los diarios íntimos, prohibidos, teniendo cada palabra consecuencias, y cada silencio también.

    No obstante, tratar bien a las personas siempre fue mejor que publicar versículos que no se practicaban.

     

    ¿Dónde sucede?

    Villaciruela estaba situada en una capital de provincia manchega en donde crecer en familia pobre nunca fue fácil. Formaba parte de un plan mayor, con mujeres inmigrantes para contentar a los hombres. Repleta de curas y mucha Guardia Civil.

    Como tantos otros pueblos y ciudades, nacía arquitectónica y urbanamente de su ayuntamiento y edificio catedralicio, desde donde partían los principales viales y calles, en donde no había ordenadores ni se permitía su uso.

    Había una enorme réplica de La Estatua de la Libertad, llena de fango, nada más propio de ese primer atisbo de lo escabroso, el idealismo (que siempre fue un hueso bastante manoseado) y lo malévolo. Un territorio de muda expresión donde la incertidumbre omnipresente subyacía.

     

    ¿Por qué?

    Porque el mundo seguía con sus reglas y sus religiones de por medio. Eso no había cambiado. Sí la soledad de los hombres. Y que los martes fueran el día clave para todo, como confesarse, único día en el que no se podía fumar.

    Los cataclismos de las catedrales, mezquitas y algunos museos ayudaban bien poco. Y lo de jugar al póker. O que los niños se entregasen a la ciudad de Madrid. Que estuviera prohibido escribir, máxime a mano, ya daba a entender un sometimiento. Leer también era pecado, incluso antes de escribir la primera línea.

    Ahora bien, el obispo tenía sus planes para Villaciruela y para sí mismo, su necesidad imperiosa. Un poco de esa basura quizás no fuera suficiente para afear el bronce de la Estatua de la Libertad y su moralidad.

     

     

    ¿Para qué?

    Para saber que lejos del cielo había también aires difíciles y vidas que sustentar. Que los muros nunca caen por su voluntad, que hay que derribarlos. Y que cuando se recurre a la violencia todo está permitido.

    Ese era el orden natural de las cosas en Villaciruela y su plan mayor, en donde los negocios son la guerra, y la guerra no termina nunca.

    Florentina lo sabía, ella y el suplicio de ser una niña buena, quien supo escuchar en vida: “si no sacas fuera tus emociones, acabas rota por dentro”. Singladura de sórdidos recuerdos en donde nunca faltó un cura.

     

    ¿Qué formato se aplica?

    Se escribe en prosa toda esa herida inacabable en donde los viejos sueños fueron buenos sueños, con los curas demostrando serenidad (con tranquila resignación), aunque se equivocasen.

    Creer no dejaba de ser una exageración en esos tiempos de Dios, sino que también de otros muchos de sus contemporáneos y predecesores. Alternativa en los momentos de malas cosechas, siendo Villaciruela un área de supervivencia y fervorosa reserva, con un cierto sentido de expiación.

    En el libro no hay nada superfluo, nada excede a las necesidades vitales. Es una historia triste de vida muy sucia. Se trata de un futuro en el que quien puede se lía un pitillo, saca su fiambrera para comer o se frota las manos para combatir el frío, rodeado cada individuo de una memoria colectiva dominada por la religión, el miedo y sus poderes. Todo se convierte en una inmensidad conminatoria, siendo los martes los días clave para todo.

    El clero, bien alimentado y con el corazón del ocio y los abastos del recién nacido poblado de colonización, gestionaba Villaciruela. Un proyecto mayor en donde no se podía escribir, ni leer. Un mundo ignorado y arcaico, próspero para unos pocos. En donde un movimiento casi imperceptible se había hecho dueño de todo, o eso creían, que estaba Roma y su Curia presta a tensar el silencio de los vencidos cuando le tocase darse a la paz ficticia.

    Intervenir ese espacio lo harían, para limpiar sus pecados y encubrir otros tantos. Hasta entonces, el obispo gestionaba también lo artístico, las mujeres y cuantas concepciones de la vida hubiera. Hasta parecía pensar y saber de la naturaleza secreta de las cosas, lactando de su inmigrante (mujeres invisibles), sirviéndole de fundamento más que su Dios. Quien finalmente sería su campo de batalla, ella y sus prominentes senos.

    Curas dotados de una profunda psicología, inusual si no fuera por las confesiones, en donde salían a flote los límites de la cotidianeidad, lo imaginario y lo real; y lo necesariamente malo, dejando cada cual su marca personal. Maltrecha sociedad que ni con esas se venía abajo, sobreviviendo en hogares separados, inestabilidad o bonanza. Con algunos matando cabrones; otros perdiendo la cordura; y alguna tranquila y lineal a su manera, pasando por diversos sentimientos.

    Párrocos que algunos resultaban casi adolescentes en sus observaciones, y es que había que llenar los seminarios para integrar todos los tiempos, para sobrevivir y para crear, impregnándolo todo de pasado, de cotidianeidad, de una familiaridad íntima y cercana. Muy por encima de los avances tecnológicos, las crisis medioambientales u otras preocupaciones de pareja, paternofiliales, de casas y sentimientos de culpa, nostalgias y fanáticas dedicaciones, expresándolo todo con intensidad en las cartas y o diarios íntimos, prohibidos.

    Unir el futuro con el pasado, eso es Castigo de Dios y de los hombres en la tierra. Volviendo a tiempos en donde había seres invulnerables e invertebrados o poco más, con una administración incapaz de cumplir las reglas que ella misma había creado. Sorprendía lo apocalíptico de que volviesen a reinar los hombres blancos en territorios como Villaciruela, estando el mundo en guerra, con discursos de odio y manipulaciones políticas. Habían vueltos los observadores, los pases para poder moverse de un sitio a otro, las catacumbas y túneles en las ciudades, las celestinas para poder verse, las murallas, los ojos nocturnos y pecadores, y quienes no tenían intuición sino experiencia.

    La idea de Villaciruela era estar aislada, sola y olvidada. Con su réplica de la Estatua de la Libertad y numerosas campanas repicando y mucho arte, amén del control de las armas para con las personas en manos de las fuerzas y cuerpos de seguridad. Pero todo, muy normal dentro de lo que cabía. Es de admirar el carisma de los ciudadanos, quienes decían del milagro, no del santo.

    Historia de una ausencia, de unos límites, del paso de algunos hombres, de cómo la muerte levantaba los cimientos, de los diarios íntimos con sus traiciones y otros espejos, de los numerosos encuentros sexuales, del llorar a escondidas guardando lo sucedido no inmutándose con la pérdida de las hijas y preocupándose de aparentar y de guardar la honra

    Una sociedad de entonces, mal evolucionada. Con la mecánica del corazón apreciando lo bueno y lo malo del ser humano en un ambiente de distorsión de las leyes naturales.

     

    Odio
    Puta
    Maricones
    Catequistas
    Póker
    Infierno
    Miedo
    El Partido
    Justicia
    Ciegos
    Favoritos
    Compañías
    Lejos del cielo
    Pestañear
    Chavales
    Flor azul
    Burro
    Solidaridad
    Foresta
    Líderes
    Dios
    Reformatorio
    Villaciruela
    Diáconos:
    • Miguel:
      • Fallecido
    • Martín:
      • Fallecido
    • Pascual:
      • Se acuesta con Florentina
      • Confesiones duras, odio, naturaleza
      • Migrañas
      • Le gusta el coro
    • Ángel:
      • Piernas cortas
      • confesiones dulces

    Fulgencio -cura jefe de la obra La Estatua de la Libertad (réplica)-, ya fallecido
    Obispo
    • José Mauro
    • Se amamanta de Sorroche
    • Beatriz, su hermana (otra que se salió del convento), suicidada

    Capellanes: ambos fallecieron (amigos de Miralles)
    • Sempere
    • Melgar: relación con Florentina

    Griselda:
    • Pianista inmigrante
    • Los martes se acuesta, y pega a Miralles

    Sorroche -vecina que compra arte-:
    • Amamanta al obispo

    Florentina:
    • Estuvo doce años como monja de clausura
    • Sargento
    • Pelirroja
    • Guapa
    • No viste de uniforme
    • Relaciones:
      • Melgar
      • Pascual

    Miralles:
    • Capitán retirado
    • Viudo
    • Padre de Florentina
    • Practica secreto de confesión los miércoles
    • Anda para relajarse
    • No viste de uniforme
    • Cosas que le prometió a su mujer

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