-A veces las sensaciones hacen desistir, a veces dan ánimos para volverlo a intentar. La ignorancia no regresa ni siquiera para relatar el periodo en que se gozó o fue víctima de ella. Sabré aguardar como aguarda esa luna insistente -pensó en alto.
-Los tipos que se ocultan nunca me han inspirado confianza. Se oculta porque no puede mostrarse. Casi nunca tengo miedo. Esperaré a estar muerto para tener miedo, me amargará menos la vida -le respondió.
-Hay que dejar en paz las cosas del pasado -esgrimió el tercero duro como un saco de nueces, en uno de esos lugares en los que el tiempo parecía haberse detenido, quien de nuevo intercedió- ya sabe cómo es esto de la vida, lo único que sabemos con certeza es que moriremos.
Refunfuñó el más interesado, y añadió: –Todo lo que tiene nombre existe.
-Tendrás todas las respuestas si sabes formular todas las preguntas -no se achantó su amigo, viéndose forzado a ello-. El rechazo no está en quien recibe sino en quien se siente ajeno.
-No hay que creer que existen, no hay que decir que no existen -afirmó de nuevas quien sentía la ternura y el respeto del que besaba a quien amaba.
Pero no pudo terminar; ni huir rápido ni irse lejos de esa España que veraneaba en el pueblo, falta de ejemplaridad. Así empezó lo malo.
No quería ni mirarle, siempre hermosa y con los dedos largos y las venas marcadas. La niña que fue. Hasta…
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