Hablaba de viejos amigos que no eran lo que parecían. De traidores cuyos motivos había empezado a comprender. Había buscado su olor en el de todas las mujeres con las que se había cruzado. Sabía todo sobre el límite de la longevidad humana. Y también escuchó: “donde haya luz, y prométeme que no me volverás a preguntar nada”.
Así fue como sucedió todo: sus vestidos envejecieron, yendo juntos a alguna parte. La ley tenía poco que decir.
No quería ni mirarle, siempre hermosa y con los dedos largos y las venas marcadas. La niña que fue. Hasta…
En Villaciruela estaba prohibido leer, escribir. Las señoras habían de serlo siempre, admirables en cualquier circunstancia. Afortunadamente siempre existía otro…
Por muy diferentes o parecidas que sean, y cosas hirientes que se digan, las religiones unen a las personas. No…
Mientras las gentes del lugar afrontaban sus problemas, otras tomaban conciencia del dolor con una honestidad entrañable. Uno de cada…