Hubo un tiempo en el que no hubo nada más importante que su risa.

En la gloria de su desnudez la recordaba. Con y sin aire vengativo.

Ahora bien, no guardaba sus secretos tan bien como creía.

Ya se oían las sirenas. Y la agonía le obligaba a definir lo indefinible:

En España los muertos molestaban. Otra cosa es que le creyeran.

PEBELTOR

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