No tengo duda, hay verdades sospechosas. Ella no quiere esperar a que le salgan pretendientes, además, está la incertidumbre del riesgo implícito, y lo sabe, pero el que calla otorga; ya no hay marcha atrás.
Es lo que le queda por delante. Todavía tiene algunas vacaciones, luego lo tiene todo pensado, sobre todo, cuándo volver, pero eso jamás lo dirá, porque todo lo espera con los brazos abiertos. Sabe hacerlo. Se custodia, se ayuda.
Parece un quiero y no puedo, más en su cabeza sólo hay dos palabras, y ese deseo puede estar de tantísimas maneras… Tanto trabajo le ha venido bien, volverá a fichar y a estar de suerte con sigilo. Como siempre, cerrará el capó con la sombra en la meta, como si no pudiera llegar, normalizándolo todo. Aunque hoy está mucho más enchufada, tiene una dinámica salvaje, ni reza, pero yo me lo sé, ya le di la vuelta a ese -te extraño– tan suyo.
Mañana lo sabrá, yo de momento no estoy. No. Soy yo mismo y me basto. Sí. Su espíritu de compasión lo sigo llevando, hoy veo venir la caricia de la bestia. Año nuevo vida nueva, y para conseguirlo tendré que trabajar duro, adaptándome de inmediato a los silencios vergonzosos y cómplices, ventanas. Todavía ni soy capaz de oler la casa nueva de tanta ferocidad con que se fue, y no quiero hacerlo de cualquier manera. El siguiente reto será dar con mi escudera, pero sin nombres propios. Casi que prefiero convencer a alguien para que se quede, que tener la puerta abierta tan contento. Es lo aprendido. Siempre nos gusta, pero no. No. No. ¡Qué Noooo!
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