Flores de Plástico

Booktrailer

¿Qué es?

Una propuesta con la que revertir y señalar los pequeños gestos cotidianos sin superhéroes. Se habla de economías, inferioridades, nervios y el poder del dinero. Forma parte de la Colección Pebeltor, acondicionando ese anterior título Billete de ida y la sindicación popular. Se tienen los medios para realizar los sueños, otra cosa es que sirvan para decir la última palabra hartos de su propia vergüenza. La actualidad son esos lunes en los que siempre llueve, y otros: deudas, condenas y depresiones; son engaño y bendición. Ella se disfraza de hombre para dar una lección a muchos y él se refugia en las reglas de incertidumbre: un piano, el derecho natural, etc.

¿De quién trata?

De una que combate sus gracias habiendo regresado a su pueblo natal (Silvia), para darse al lado humano de cuidar a su madre y sacar a su gente del olvido, con suerte desigual, en una especie de circo. Sigue siendo modelo y empresaria. Crea una sucursal bancaria, y mantiene el recordatorio visual de trabajar para una naviera. Es cool y pequeña joya. Subjetiva y leve. Furia.

Y el otro (que no está por la costa andaluza) que debe ser persistente, paciente y prudente. Es el narrador. Alguien que recuerda y necesita el boxeo, tanto como la chistera de Alicia en el país de las maravillas o la sinceridad cinéfila de Eva al Desnudo. Por supuesto a Quevedo, con su Buscón y el Don Dinero, una extraña comunión como ella, la morena, que sin ser templaria podría considerarlo. Procura no asumir riesgos, pero debe exponerse a la sonoridad de las casamenteras, como desempeño y microagresión. Ahí licita también su secreto y su liturgia.

Ambos innovan y previenen, como dijo Salvador Dalí: “no tengas miedo de la perfección, nunca la alcanzarás”. Son gentes desmesuradas y díscolas que intentan pasar como descoloridas en la adorable vulnerabilidad. Siempre recuerdan los límites del diálogo y la negociación. Y buscan su día propicio: encontrarse. Todo el mundo es igual antes de un examen, ¿pero después? Ello entra en conflicto con los ideales de igualdad y sus negocios.

Los demás abren, descubren, encienden, respiran, imaginan y también sienten. Son actualidad, cloacas de interior y acentos. Unos son puñeteros, otros pinches e intrusos de vidas sosegadas. Cambian la seguridad. Y está el angelito que escucha todo tipo de comentarios, no sólo nanas.

¿Cuándo se desarrolla?

Sucede en el año dos mil diecisiete, desde mediados de enero hasta el último tercio de julio. Se comentan las cuentas y registros de esos días y los fenómenos adversos más extremos. Y pactos.

¿Cómo se trabaja?

El clima de tensión y prohibiciones impuestas se alberga en un preámbulo, a cuyos pies se plantean nuevos escenarios: momentos, lugares, tratos. Es su nuevo orden relacional, más con una representación residual. Todo, porque los elementos políticos y los reclamos de poder ahogan y asemejan las dos vidas limitadas entre el áspero vigor y sus amorosos pensamientos. Hacen sospechoso el proverbio japonés: “Si no es correcto, no lo hagas. Si no es verdad, no lo digas”. No son narcisistas, ven defectos en sí mismos, pero tienen la necesidad de ser ignorantes como todos. Transforman la pasión en carácter, conectando mundos distintos. Ella bebe, cose, maneja. Él da el visto bueno, recorta, se reconstruye. Los hilos de esa arena son la oportunidad. Su Santa Casilda los olisquea como piratas errabundos en época de linchamiento y posverdad.

¿Dónde sucede?

Parten de Madrid y una comarca gaditana como elementos principales. La disputa de los Estados Unidos con otros países y entes hace que se acoplen los sueños por el respeto y la conveniencia de hacer las Américas. Alojan ese vientre de ser algo más, y no quieren ni recordar cuántos años llevan sin verse. Están dispuestos a llegar donde sea y a cruzar fronteras, ella lo hace, a pesar de los seres queridos. Se les pone el muro muy alto, cual vida y regusto amargo.

No exponen las lágrimas del payaso que llevan adentro, se comportan. Ni sus peores enemigos pueden hacerles tanto daño como sus allegados. Arrastran heridas sin cicatrizar, que les granan.

¿Por qué?

Tarde o temprano se sabrá lo del robo, y llegará ese nuevo quince de agosto que cambiará los iconos. Son cartas de azar, como las de la madre/abuela de ella y sus magias. Hasta para morir se necesitan dichos y hechos desproporcionados. A las víctimas ni siquiera les queda la sensación de justicia. Es el falso precio de las cosas, extrañas coincidencias, fundamentalismos, majaderías. En tiempo real las frases de El Principito, la soledad de El Coronel no tiene y lo exiguo de la memoria del paraíso son la ventana a las utopías. A los padres se les echa en falta.

En picatostes o en la peor de las dietas perfectas les queda la negociación por el proceso de la estiba, el cartel de la droga o los hurtos de la pinacoteca. Son consustanciales en su oro negro.

¿Para qué?

Para mezclar cosas que les gustan como los negocios, los libros (La familia de Pascual Duarte, García Márquez…), las músicas (ópera Carmen), teatros (Madame Buterfly) y pinturas (Bacon, Picasso, Zurbarán…). Son prontos detenidos: riesgo-alertas. Analistas. Carne viva variable.   

 

¿Qué formato se aplica?

Se escribe en prosa. Y tienen cabida las poesías mezcladas con nanas o versos característicos en la medida que sirven para dialogar, canturrear y gestionar el apego. Los parecidos son aquel.

Nadie debe saber lo que uno va a hacer, eso es ser un pirata. Ya lo dijo Freud: “estamos hechos de carne pero tenemos que vivir como si fuéramos de hierro”… Sí, de hecho, piratear es guerra, ruido, furia, correr y también lo que sucede en los adentros. Esa condición sine qua non les hace únicos testigos a los protagonistas, como si nada fuera un milagro. Pero se venden y se sienten cuando extrañan. Ese recuerdo dulce les hace también ser coleccionistas de una forma excepcional. Además de sus trabajos esa es su pasión, que no apoteosis, pues saben de sus obligaciones. No obstante, la coordinación de sus manos y sus ojos es más que excepcional, por eso surcan intentando encontrarse… o no olvidarse, abandonándose a sus retos.

De ahí que sean los únicos que saben que están más cerca de lo que los demás pudieran pensar. Francis Bacon les citaría lo mejor que escribió para triunfar: “la ocasión hay que crearla, no esperar a que llegue”. Más esa estabilidad saben que está sobrevalorada, que para ser también es necesario tener instinto, y que un minuto al lado de un cualquiera puede ser una aventura. Sí, son interesantes, apuestan, levantan las auroras y son dinamita. No son de dar a conocer el dolor de su infortunio, ello les haría más débiles: se lo callan y lo despojan por entre los carruseles del día a día y esos itinerarios únicos. Si a bordo de sus navíos se les conociera bien adoctrinarían… o quizás se les rechazaría con sus guiños. En cualquier caso no son una gravosa carga para nadie, hieren menos que engañan, van a lo suyo.

Nietzsche discernió con vocación de pactar: “todo lo que se hace por amor está más allá del bien y del mal”. Pero esos rocambolescos no obedecen a dichas ni a grupos mediáticos u otros panoramas que no les hagan sentir su feroz independencia. Conciben y esperan en la indiferencia humana, son insólitos, distintos, o acaso se interesan por las economías y las culturas porque les ayuda a no poner el grito en el cielo. No buscan prestigio, casi que prefieren la contracultura y la catarsis de ser ellos mismos quienes cautericen sus heridas. Porque también celebran, o quieren, toda esa intimidad de su parte. Las poesías les afinan, potencian, gradúan. Con ellas cuentan cómo están, sus sentires, crisis y el crecer tendencioso sin parar, a ellos y al planeta. Viven en el capitalismo y del mismo; honestamente les es interés, así como denuncia social. Con lo cual casi nada les pilla desprevenidos, ni los excesos. Como tantos otros, esa distancia es su mejor respirar. Y habiendo renunciado a la herencia viven ese directo, como si su propio cuerpo no les correspondiese. Parecen rebajarse, parecen ser incompatibles; su existencia puede serles perturbadora. Leen débiles y dispersos en soledad y silencio, sobre todo cuando esos cambios tan significativos languidecen y no hay torres de marfil sino que prueban todos los derroteros de los guardianes. Ello también les es complicado. Sufrir los aullidos no son alucinaciones ni automatismos, es parte de su propia marcha en esa especie de teatro que los recorre en todos sus hechos alternativos, disparates y principios básicos. Son subversivos, simbolistas; cantan.

Al margen de polémicas, cultivan un sentido ético de los que otros deberían tomar muestra o rechazarlo como tramposos rivales, pero siempre sin efusiva fe, más bien en plan anecdótico, como el que coge un panfleto lo lee y lo deshecha sin encontrar más lenguaje que el momento presente. Mimetizan también ese horror de la mayoría de los seres: aglutinan la crudeza de lo esencial, son conscientes. Suelen ser antojadizos aunque ese abanico de seguridades que deben pisar les pausa el alma teniéndolos a dieta, redimiéndoles a su muerte. ¡Cuánto temen por su causa!… Puestos a ello alimentan su ingenio, se aseguran, aprenden y cumplen con sus preceptos sin ponerse en entredicho. Deslizan silenciosamente sus pretensiones, las rosas esparcidas y el umbral de sus perdones desgraciados.

Más son al lugar donde nacieron. Acontecen. Los célebres navegantes saben de los archipiélagos aislados, anclados… de islas que escuchan y al tiempo yacen, pues a veces sienten que el lugar donde se encuentran no es su sitio, sino agujero.

Alguien habrá diciendo que son amistades peligrosas, que son lo más aislado, y claro, las nativas también son posesión, puestos espejo e historias de verdadera conquista. Así que en sus expediciones porfían y hacen botines y alguna que otra consecuencia en sus ringorrangos. Esos exploradores salen de la rutina porque así se devuelven la felicidad. Insultan bien, y desprecian sin llegar a pensar en los otros… Son fulanos de cuello alto con respeto y principios gentiles, pero no tan hechizados… será por eso que dicen saber tan poco de la vida y se impiden envejecer. 

Encarnan una personalidad enjaulada, e imagen del desentenderse: perdida. Como que dejan pagar por sus músicas. Y tienen capacidad de resistencia, códigos individualistas y una agresividad verbal exquisita. Su soledad es un camino negro, fruto de su vientre. No son admirables, sí que su voz se queda; y su gestualidad. Perviven en el sistema de los objetos. Emocionan más profundamente que la constancia de la sal que se trabajan. En la vida real siempre se estarían enamorando, por eso están en su monólogo del sueño eterno. Los bosques petrificados no les gustan, no cesan en criticarlos. Entre glorias y lugares solitarios tragan más con lo segundo y sus repentes, torciéndosele todo. De amar, lo harían por siempre jamás… hay que reseñarlo. 

Son eso, los del ir al eterno revés y acierto. Y a partir de ahí fraguan ese golpe del confinamiento creciéndose, democratizando sus artes y aguardando hábilmente su destino pero dejándose seguir cuando el romanticismo lo tiñe todo de ese factor obsesivo, nostálgico e insoportable de los tesoros varios y su búsqueda. Avariciosos, el mercado les justifica desde sus desahucios, delante incluso de los que dosificarían sus hallazgos. No se concebiría un mundo sin ellos. La maestría de su deriva es fantástica, habría que darles una oportunidad. Representan la rebeldía, lo antojadizo, el terciopelo, el dinero, las viejas moliendas y las diferencias: todo. Son bandidos que unen. Se pierden algo importante y recuperan otras tantas historias, sí, así son ellos, de los que traicionan a sus compañeros, y podrían ser aves de presa malvadas volando a su fin, más siguen ocupando una parte importante en la vida de muchos.

Malos como ellos apenas hay; tienen magnetismo, seducción, épica, transgresión. Siempre sonríen a los diarios maliciosos, no censuran la apariencia inmadura ni la sensualidad. Libélulas, el hijo que no tienen es parte de su eje vital, pero no se acaban, cargan por separado el vacío, todo con un propósito tan noble como soterrar el dolor y el odio. Hacen comedia de lo inolvidable y lo desconocido, incluso fabrican secretos desaliñados. Se ven constantemente en Áfricas varias, mal avenidos por los mecanismos de la razón y el mutuo desmembramiento que desvelan. Ni todas las convenciones de la sociedad cabrían en sus bolsillos, que parecen miniatura y agradecen fuertemente los exilios. Un psicólogo conductista nunca podría servirles, pondría un pie en comisaría de saber de su veraz testimonio. Son pesadilla, abundancia. En ese variado mosaico aportan la magia de este mundo loco, progreso, inesperadas escenas, fanatismos, lucideces y costumbristas libertinajes que rechinan. Más solos que la una se ven obligados a abandonarse y construir su cuento popular, su disparate; halcones en los negocios, temidos y con sus defectos.

Todas las ideas les parecen bien: idílicas, asombrosas, creativas. Pueden decir -mira al pajarito- y quienes se esconden no los hacen de su equipo. Ellos lo recuerdan, captan esa diferencia con diversión. Los viajeros terminan por acostumbrarse a ciertos paisajes sonoros, al ruido, al sol, colman y anuncian las paradas y llegadas; diversifican también sus timbres y acentos. Se asemejan pero no se sienten seguros. La iniciativa siempre es suya, como las azarosas músicas; y hacen números, desfalcos. Despiertan recuerdos al intercambiar por entre las idas y venidas sus pasajes, y en su vasta experiencia detectan al ladrón antes de que salten las alarmas. Te dejan con la sensación de poder negociar en su protocolo, verdades y mentiras, como si por obligación hubieras de hacerlo por no perder comba, testigo y referencia… y luego se te queda la cara que se te queda… tendera, sobrevenida, de pizarra.

Pero es verdad que con ellos no hay hechos definitivos ni normas, ni los bofetones les surten efectos. Perviven en una dinámica de negociación concienzuda, con fuentes versadas en todo tipo de fechorías, hasta caricaturizándose. Son personas sin serlo, de esas que uno se cruzaría por la calle sin exhibir una personalidad diferente en tan gran collage de burbujas, alguien de quien se podrían enamorar… ¿Qué pasa si los generalizamos?, ¿todo son días feriados?… ¿Tienen sus derechos?, ¿son ingratos?, ¿extenuantes?, ¿triunfantes del adelante?

Esa empresa global les hace sentir un laberinto de espíritus en sus retóricas, de eso no habla nadie, nadie… Producen un efecto tan sofisticado como atrayente, dispuesto y minimalista… de lo menos malo… liberador, de impostores y razonables, con lo que capear las tormentas y disfrutar de ellas al límite… impertinentes buenos. La única regla es que no hay reglas, sí despistes selectivos.  

Preámbulo
Morderás el polvo
Vete, sal navega
La misma brújula
Cuentas y más cuentas
La sal en mi herida
Y algo mayor
Si hubiera de esperar
Sonrisa desgastada
¡Olas arrastradme!
Todos están bien
Desgraciados de sí
Otros erraron
Otros tocaron
Mar mío, mar
¡Necesito esa condena!
Venid, venid
Vestigios, predios, soles
Rachas, ¡venid!
¡De ti mar!, ¡por ti!
Y no soy marioneta
No, no soy otra
Los parecidos son aquel
Enemigos olvidados
Ulula ese eco
Brújula y polvo, mar
Morderás el polvo
Vete, sal, navega
Venid, ¡llevadme!
Soy extranjera, soy ocupada
Cuentas y registros
Triste realidad
Si hubiera de esperar
SILVIA (la hija de los panaderos, gaditana)
SOBRINO  (Copo de nieve)
HERMANO  (grandullón, Bombín)
PADRE  (Juan)
MADRE  (Plácida, apodo Bienvenida)
TÍA  (Jacinta)
LUCÍA  (su prima)
CARMINA  (compañera de habitación del hospital)
VALERY  (la mujer que aparece en el cuadro Desnudo Recostado)

CATALINA (la mujer que aparece en otro cuadro, Santa)
PAULA  (la esposa de su hermano)
PRENDA (caballo de peluche, tipo mecedora)
ANA MARÍA (costurera)
NICOLÁS (gestor de la naviera)
AURORA (esposa de Nicolás)
FERNÁNDEZ Y HERNÁNDEZ (fotógrafo y scouter)
Demás entorno y familia.

Francis Bacon; Playa; Chaplin; Cuento; Navega; Morderás el polvo; Rezó el rosario; MatchMaking; Conveniencia; Edad; Pedagoga; Pablo Neruda; Panadería; Palacio de Cristal del Retiro; Italia; Navieras; Estiba; Hermano; Fiesta; Celestinas; Francia; Rateros; Museo Thyssen-Bornemisza; La toma de decisiones; El Principito; Negocios; Patrimonio; Guardainfante; Dólares; Alicia en el país de las maravillas; Santa Casilda; Servir un pedido; Eva al Desnudo; Verderón; Liquidez; Prima; Iglesia; Ayuntamiento; Templanza; Comida; Husmear; Osiris; Clausula suelo; Luxemburgo; Mousse de limón; Isla Mayor; Embajada USA; Quevedo; FARC; Brexit; Enemigos olvidados; Patronato; 15 de agosto; Castillo; Madrid; Ropa; Madame Buterfly; Maquiavelo; San Juan; Cruceros; Lotería; Walt Whitman; Personal Shopper; Licor de albaricoque; Sucursal; Madre; Teniente…

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