octubre 2024

17
Oct

Su risa

Hubo un tiempo en el que no hubo nada más importante que su risa.

En la gloria de su desnudez la recordaba. Con y sin aire vengativo.

Ahora bien, no guardaba sus secretos tan bien como creía.

Ya se oían las sirenas. Y la agonía le obligaba a definir lo indefinible:

En España los muertos molestaban. Otra cosa es que le creyeran.

PEBELTOR

10
Oct

Miraba a la gente a la cara

A su modo miraba a la gente a la cara y se los imaginaba de mayor. Sumaba libros, si bien, no los leía hasta que terminaba el caso. Una mujer que nunca aceptaba nada de nadie gratis. La criatura más fuerte cuando tenía las cosas claras.

Pero un caso pudo con ella. Una maldita fecha para quien siempre supo ser humilde y hacer de cada día algo bueno. ¡Ni en cien años de perdón llegaría a ser la misma!

Desde entonces se pasaba el día leyendo, encerrada. Unas veces en la terraza y otras en la cocina, el dormitorio o el sofá. El sonido de las campanas sofocaba las voces que llegaban desde la arboleda… seguía reconociendo su voz con tono apremiante, notando una punzada en el pecho, invadiéndole las náuseas el estómago. Tensionada.

A pesar de ello, se decía en los mentideros que era la única del barrio que tenía porvenir. Un milagro del cielo habida cuenta de que su madre había tenido varios embarazos fallidos otrora época, no tanto por la afección en el hígado.

De noche, eso sí, perfumaba la cama. Ir a un sitio lleno de putas, traficantes y gente colocada tenía su magia. A veces una persona no quería sanar algo que dolía, porque quizás, ese era el único lazo que quedaba con esa persona.

Los duelos eran así, no terminando nunca de decirse adiós. En un pueblo de esos, de piedras contra balas, no tan lejos de la ciudad. De mujeres contra hombres. Siendo ella sus síes y sus noes. La que miró a la cara a su marido, muerto, identificándolo y debiendo apartarse salvajemente de él; ella y todos los silencios que hubo de entender y las cosas que hubo de guardarse.

En su andar por la vida, su marido, de oficio escritor, dejó huellas bonitas.  

5
Oct

Con eso, y verla reír…

…le arrebataba años a la muerte.

3
Oct

El hombre más buscado, y padre

Se intentaba hacer una composición de lugar. Era abogada. También conmovedora y compasiva. Heredera de un banquero de la ciudad de Hamburgo al borde de la quiebra. Bien formada.

Oía el ruido metálico de las bicicletas detrás de ella, seguida de un golpe sordo y ese golpeo que siempre daba miedo. O eran solamente dos coches que pasaban.

Por un designio de la vida, la ordinaria chacha la tenía calada. De joven, ella solo quiso estudiar medicina, y ni con esas. Así y todo, mantuvo sus sentimientos bajo control.

No obstante, era salir de la ducha y su cuerpo la reconcomía. La pelirroja siempre fue mucho más que un frutero o alguien a quien llevar en el Volvo familiar.

Escatimando como siempre elogios, la hija de la señora de la limpieza la esperaba y reclamaba. Una vez seca se irían a su habitación, sin gota de maquillaje ni nada visible sobre su piel para que la de expresión ceñuda, en magas de camisa y tirantes, que no cofia, albergase verdaderas esperanzas de enmendar los hábitos de su jefe: el padre de ella. Muy dado a sus silencios eternos, con recelo y desazón. Un hombre bien educado.

Padre e hija, banquero y abogada, de esos peores que las ratas portuarias, de ida y vuelta. La chacha, otra pobre diabla, si bien, criada en el Imperio Británico. Y su hija, capaz de estrangular a su propia madre, la que llevó a la quiebra a toda esa familia, y eso que no sabía que en verdad no nació de un matrimonio anterior.     

Al continuar con la navegación entendemos que se acepta nuestra Política de cookies. Más información

Utilizamos cookies propias y de terceros para mejorar la experiencia de navegación, y ofrecer contenidos y publicidad de interés. Al continuar con la navegación entendemos que se acepta nuestra Política de cookies.

Cerrar