Adiós a demasiadas cosas, extraña… Adiós.
Toca convertir lo extraordinario en anodino, sí, toca.
Se finaliza aquí, sin más coloquios ni venidas cualquiera.
Mejor es nada que tenerlo todo y, no poder, ni saber disfrutarlo.
Palabra que no puedo. Créeme que te di nombre. Sé que lo habrás hecho bien. Créeme, no ha habido forma. No me acostumbro. Son muchos pueblos, dispersos; y no se sabe por qué me coinciden los días. Este año es poco propicio, es así.
Comprendo mucho tu razón de ser. ¡No te olvido bailarina mía!, no te olvido. Dejaré que me empujes… Dos cosas antes: vuelve, ¿vale?, y huélela, es tuya. Te la mereces.
Te extraño pequeña. Hija, no te quedes a dormir fuera de casa por esto, no vuelvas a decirle que te di permiso; luego te recojo. Mamá te habrá visto, seguro que habrá abierto una rendija por entre las nubes: luce su sol extraño.
Parece que fuera transparente la tinta de todas aquellas cartas. El remitente se le apoderaba en sí. Era toda una auténtica delicia su mirar, de un calado sublime, tanto como que a veces creía estar en un cuento de hadas, no en vida. Lo miraba y lo creía, la competencia era feroz. Todos querían cogerle la mano. Bebía de alguna manera de nostalgia, por ello mismo había una corriente subterránea que les aupaba a la modernidad siendo gentes con historias. El asidero más seguro al que podían aferrarse era ese silencio estéril, narcótico, del que más allá de adormecerlo, daba pie por un momento a una infancia a borbotones, que afloraba por encima de sus causas.
El mediano no sabía de qué manera mirarlo para no verlo, harto de simulacros; venía de recorrer medio mundo, imaginándoselo; y teniéndolo casi a su servicio le era desconocido. Sí, sí. Su hermana le había avisado. La que habitaba en los suburbios de la abundancia. Llevaba varios días durmiendo en esa prisión, sumamente molesto y extraño. extraño.
Afuera se escuchaban unas sirenas. Despierto y con los ojos cerrados. Jamás podría compartir con nadie esa sensación, a pesar de vivir igual que el resto. Y se le ocurrió que quizás cada cual se reencarnaría en su exilio según su comportamiento, por lo que desenfocó todo. Un olor que no le pertenecía, y que no le era ajeno, ajustó todo; no obstante, acompañados en todo momento, quisieron estar en ese emprendimiento crepitando las emociones.
Cuando supo que no podía ser, se cernió a la expresión al tiempo que la muerte se había olvidado del mismo, encarándole las huellas dactilares esas, las de rayas azules sobre el fondo gris. Las de las grutas y los soles en la arena de los años.
Un lugar como pocos. Ni el envejecimiento de Occidente ni el auge de Oriente son tan evidentes. Parece normalito y cada vez que paso se me ponen los pelos como escarpias. ¿Qué coño significará?, ¿a qué extraña razón se atiene? No hay notas ni otras gracias, como flores o velas, ni botellas o fotografías. Nos sucedemos las generaciones y sigue colgadito e inmaculado. Mi abuelo lo vio, mi padre también, mi hijo ha empezado a verlo también; y a este paso el nieto que llegará.
¿Qué le voy a decir cuando me pregunte? Mi padre me hartó a caramelos… ¡Parece que fue ayer! Y ahí sigue el puto sombrero.
Sin alboreas, cifras, romances ni frenesíes, cual Hidalgo caballero, real y cervantino, minimizando las brechas de género y otras culpas se relatan la crónica de los gestos, lo elocuente y las verdades absolutas. Deseos Humanos.
La protagonista, Miriam, quería que la escuchásemos, quería cambiar el mundo, su mundo, el nuestro. Pero nadie piensa en cambiarse a sí mismo:
Hoy es el día más hermoso de nuestra vida, querido Sancho; los obstáculos más grandes, nuestras propias indecisiones; nuestro enemigo más fuerte, el miedo al poderoso y a nosotros mismos; la cosa más fácil, equivocarnos; la más destructiva, la mentira y el egoísmo; la peor derrota, el desaliento; los defectos más peligrosos, la soberbia y el rencor; las sensaciones más gratas, la buena conciencia, el esfuerzo para ser mejores sin ser perfectos, y sobre todo, la disposición para hacer el bien y combatir la injusticia donde quiera que esté.
Dolor y negocio, lejos de todo. Ese es el filtro con el que ver el mundo. Una actitud. Una mirada. Una disciplina casi trasversal para poder vivir. N había más opción. Era el punto de fuga, una vergüenza extraña, como de cuando uno no se oye en su propia voz, y ni la sangre le señala, hasta que la muerte lo reúne, como cada día.
Sí, la verdad, la maldad y el sobrevivir se entrena y organiza. Sí, cada Dios tiene su objetivo, sus canciones distintas, sus facturas. Sí, ese tenía, el pecado de una sensibilidad que nunca eligió. ¿Qué es la vergüenza para el hombre?, ¿pretextos?, ¿relaciones del “tú y yo nunca fuimos nosotros”?
Y llegó el día en el que sintió un hormigueo distinto, un rubor desconocido. Ni los espejos trucados; será, que no se le da bien resistirse a las tentaciones, seguro que sí, que somos seres de dimensiones. Fue y es posible, no lo sé. El primer amor pasó. El segundo amor pasó. El tercer amor pasó. Pero el corazón continúa, dijo otro sin patria, sin raíces, acogiendo duelo y celebración. Otro que también se fue. Otro del no creer en nada, nunca más. Paradojas de juventud y madurez. En Un cuadro en blanco se responde a esa frontera sin más tropas de élites que uno mismo, con el sentimiento de mundo, sin gritos entrecortados.
Y se piensa en las raíces, el dinero. Ahora bien, mejor no dejarse conmover. Nadie es bueno. En la orilla de todo sueño se cruzan las líneas de los odios. En particular, se insinúa:
-Todo Dios hará lo que yo quiera si la tengo- es otra promesa, de los que niegan todas las virtudes; es el mismo repudio, es el mismo rechazo, es trabajo, agresión y ofensa; potencia económica, trato y comercio.
Sí, la vida es negocio. Todo, sin demagogias. No oculto mi simpatía por lo extranjero; siempre quise salir y hacer mi vida en otro lugar. Es la apoteosis de lo urbano. Iniciativas, por eso uno tiene que irse. Sí. Hay sitios donde pagan por instalarse: todo es una multilateralidad de intereses varios. No se pongan tristes, que los ojos negros y los billetes, ya saben, razonan a su modo y manera: El primer amor pasó. El segundo amor pasó. El tercer amor pasó. Pero el corazón continúa.
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