noviembre 2017

30
Nov

¡Ah, vale… vale!

Se conoce toda la verdad de los tipos de orgasmos que tienen las mujeres, además del volcán, están los de la ola del mar y la avalancha, así como el nada es tan urgente. Pero la libertad de sentir el viento en tu cara, sea cual sea, fascina, confunde, es bienvenida. Son otros patrones limitados no lineales: tiempo de calidad, y trasportes increíbles; espuma y textura a punto de nieve.

-Has ignorado cosas desde que te conozco, pero es un buen punto de partida. Reconoces tus limitaciones.

Eso fue lo que dijo a la inversa, dejándose de las formas del alma, más o menos. Pero timorata e indecisa, en esas palabras que se las lleva el viento, modernidad, controversias y mitos, resopló:

Debemos tener todo lo que queramos, pero forzarlo no tiene sentido.

Yo, con ese rumor que no cesa y ese mirar arriba gustosamente, quiero creerme esas leyendas urbanas que dicen que los hilillos de las nubes son contaminación que no electrodos redondeados de vapor de agua en sus diarios lúcidos; sostener esas falacias busca tapar esas realidades que tatúan: cinismos.

El no querer el hurto amoroso, el morir en primavera o no poder troncharse de risa tan frecuentemente nos hace perfectos desconocidos y formas… y formas.

Y siguió con su ilusión, regocijándose de la supuesta contaminación ambiental:

-Nos fumigan a diario.

Entonces no pude más que carraspear. Y callé cual zapatero a tus zapatos, con su figura ñoña y castiza, respondiendo al saludo embarazándome de cielo, dando origen a mis estelas de condensación.

Sus estrofas siguieron: –¿A qué no sabías nada de todo esto?, ¿o sí?, dime.

No le fui deshonroso.

Prosiguió: -Tienen tal libertad de formatos, que esas estelas pueden observarse a menudo con un poco de atención. Hacen gracia y son dolor. Invaden el medio ambiente y penetran los cuerpos humanos.

Igual lo quiso considerar polvo inteligente, por eso no le fui metepatas.

Pero ¿a cambio de qué son esos surcos en los aires tan sencillos y levitantes?, ¿o los hilillos que se ven a contraluz que no están sujetos por grúa alguna?… Alas de plomo tengo en los tobillos, sal y gloria. Invisible futuro, ¡qué extraño!… ¡Hay tanto de lo que opinar!, pero sí, la legalidad vigente son aires y cinismo. Todos tenemos algo de políticos. Telas de araña, sí… y el concepto de los contrastes como eje fundamental ¡no te jode!

Ahora le escribo, salpicando un poco esos filamentos, reflejos y epidemias; vergüenzas ajenas:

“No quiero ser un metepatas, estabas guapa durante el paseo. Muy guapa. Eras un poco la mirada que me hacías ver… ¿De cuántos meses estás?, así, en plan confidencial”.

 

25
Nov

Imás Tv-Viento sobre el mar

Entrevista ImásTvViento sobre el mar, 15/11/2017 (Ahora CR)

24
Nov

Viento sobre el mar -a la venta-

23
Nov

Eso… eso

Cada noche acude a ese rosal mientras recojo. Coge su infusión, bien calentita, y con una mano en el bolsillo y la otra en el asidero de la taza, se acerca a la plantita. Esos té con leche y yo somos uno, extrañamente.

Cariño sé que nunca serás feliz cocinando para otro– tartamudeó la otra noche, tenía algo de fiebre. No suele ponerse malo ni hablar abstracto en la mesa.

Yo, que lo conozco, terminé de cuadrar su flechazo, obsesión y paranoia. Veinte años lo menos. La tos fue y será la culpa maldita.

Desde entonces sé más de esa particular sensibilidad del más allá cuando me dice que tengo los cabellos morenos siendo rubia… ¡Hermana mía!

19
Nov

Muestrario y reflejos

16
Nov

¡Qué vaya tela!

Érase una vez un abuelo que se hizo la transferencia de un coche de su hijo, recién fallecido, a su nombre, habiendo nieto y esposa-viuda de por medio. La misma, que se enteró a la postre, lejos de hablar lo vio todo muy gigantesco, y estaba en otras penitas también, con un fondo como de oros y sinrazones, engullidos por un monstruo llamado vida por obligación, dispuesta.

Más en esa inmediatez del no hablarse ni quererse, declamatorios o falsos, viendo cerbatanas y demás, despellejándose, se distinguían, pero tenían que criar a un hijo/nieto en una unión de reinos pobres de solemnidad.

Encontrad un punto medio– aconsejé a hechos de supervivencia. Mediocre.

A pesar de ello, los días pasaban y no había oro en paño. Y ese hombre, como vos, mujeres también, como ella, sabían que no podrían quitar las vivencias ni las alusiones.

Pues entonces pasaron los días, poquito a poco… los que no gustaban y los que no interesaban, disonancias, además de los pasionarios y que decir decían. Así se llegó a ese día en el que el crío dejó de caminar por las paredes y quiso equivocarse. Los papeles del paraíso todavía no le habían dolido, no entendía de testamentos, estaba en la adolescencia, viéndolo rodar todo, por los dieciséis de un noviembre sin más liceos.

“La madre de todas las batallas está por llegar”, pensaron para sí los otros, en sus selvas. Después se notó, y mucho, el cambio de percepción. Casi que se recitaba por el pueblo el color de ese afán, era poco menos que un zoo de mitos y falacias, afirmaciones, plomo y verdades a medias. Y ella erre que erre, con el lenguaje obsceno y soez, tirando de abogados e intermediarios; el otro con el don dinero, las heridas, tragedias y conflictos; marionetas todos del deber y la omisión.

Recomendaría concordia, visión de túnel, si pudiera lanzar un mensaje tiempo atrás. Y no, el poderoso caballero le dijo:

-Tu padre te quería, no estaba bien. Fue un día de mucho frío… Ya está, sucedió; era lo que tocaba.

Pero la gente tiene poca paciencia con el dinero, y no sabe contar cuentos, ya no se estila. Los patrones del comportamiento, por los conceptos exprés o lo que sea cambian incluso a los comprometidos. Y por extraño que parezca, hasta el infinito y más allá se podían haber evitado miles de sospechas, anhelos. Pero no, la madre le fue llana, consumió:

-Necesitaba su tiempo, era alguien responsable; tú no te acordarás. Pagaba, estuvo muchos años cotizando. Pero lo que más le gustaba era jugar contigo… y las cosas que pasan, un día se tomó la vida con otra filosofía.

Y todos quisieron tener su momento, con y sin mordiente:

-¡Esto es una puta mierda! ¡No sé ni cómo os reís!, ¡menudo cabrón!

Se vivieron y sintieron muchos amores con mayúsculas:

-No te pongas así, no cómo le vas a dar ánimos a tu hijo, fuiste tú.

Y hasta hubo rampantes realidades aumentadas haciendo tándem:

-Amarguras ninguna, lo robó él.

-Sí- se abrió paso otro -de malvivir a ganarlo todo. Es el estado natural de las cosas.

-Hijo puta- repentizó otro en la espera y desgracia, elogio a los huracanes. Normal.

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