Me sigo cruzando con aquel profesor. Ahora somos primos de funerales. Y él también compra pastillas para la alergia. Un día hablamos de ese olor que sale de los cajones de los escritorios. En su buró dice tener una llamada de rabia, de esas del vivir sin permiso. En el mío sigue lo de la boda: es mi estabilidad.
A él no se lo dije. Espero que no te moleste esto que te digo. Sé que estás con eso del cambio climático, pero es que he visto salir al vecino al balcón y te me has venido de nuevo a la cabecita ´legislador´. Pufff… Ese sale a fumar como a ti te gusta: con su cenicerito en mano, no tira nada al suelo. Habrá visto los mismos documentales que tú de pequeño o nació ya concienciado. No es de esas otras lenguas modernas o trogloditas. Es más de derechos supletorios, como tú cariño. Un extraño.
No te pregunto por eso de los tributos medioambientales y su contexto porque estoy con otras cosas. Lo dejo para ti. Estoy pensando… bueno sí dime: ¿Utilizaste lo de la ´responsabilidad social´ otra vez en tu discurso?, quedaba mejor que lo de ´imposición ecológica´ y el rollo ese del ´desarrollo sostenible´. Reúnes las condiciones imprescindibles para ser un buen catedrático, sabes que soy tu mejor fan. ¡Y la más sencilla y guapa eh!, aunque… sí, me falta coherencia a veces, como tú dices.
Hoy te tengo encuadernado en tapa blanda, te llevo conmigo a todas partes. Has estado en el parque con mi sobrino, en la farmacia, hemos ido al mercado y hemos navegado un poquito por Internet. ¡Y no estabas!, ¿más conferencias o la misma? Es que te echo de menos…, se me hacen tan largas tus salidas a exposiciones y congresos varios.
Distribuye el trabajo como hacen otros profesores, o quédate en las notas preliminares y que te compren el libro, ¡así nunca vamos a salir de pobres! Mucha tributación ecológica pero la ambientación normativa es la que es. Tu carrera administrativa sobre fiscalidad y derechos constitucionales, por muy adornada que esté de verdecito no tiene muchos agradecimientos, en eso le doy la razón a mi hermana… Te manda un beso, pequeñito. Ya sabes, se queda en los prólogos, así es ella, con sus extramuros. Hoy tenía conciliación laboral. Y no, no ha dicho eso que tanto odias. Pero te lo digo yo a ver si me coges el teléfono de una vez, que me estoy cansando de escribirte cariño: “quien paga, puede contaminar”.
Es que tanta perspectiva interdisciplinar me da que pensar. Los chicos de la banda me han propuesto hacer un,… un,… bueno tú lo llamarías… “cumplimiento tributario cooperativo”. Quieren que volvamos a reunirnos y reeditar algunos éxitos. Los estándares del mercado nos lo permiten todavía. No estamos tan desfasados. Habría que cambiar algunas cosas, pocas… es por el mero cumplimiento cariño. Los estudios jurídicos, económicos y demás nos lo aconsejan. No todo es acústica en un concierto. Míralo como un planteamiento medioambiental adecuado, habría mucho menos que lavar, eso sí, mi conducta sería intachable. Ni habría residuos perjudiciales del lavar la ropa ni nos vendría mal un empujoncito económico. Es por el desarrollo cariño, entiéndelo como un tributo a la naturaleza impositiva. Se trata, claro, de un factor de distorsión, así que ¡ya estás tardando si no quieres que me vean en pelotas! El de enfrente y su cigarrito se está hartando de verme la espalda, ¡y ni te cuento cuando me descuelgue lo poquito que llevo!
Son comedias de enredo, suertes desiguales y casamenteras. Paz y experiencias. Productos de primera necesidad como las viudas y el ayer por el ayer para contener y arengar las expectativas. Esas Flores de plástico también son pasión, dioses y las ofensas a todos los altares. Tradiciones y orígenes que envuelven el mejor regalo o la peor fiesta, como el narcotráfico o el ser prófugo. Las familias localizan, son establecimiento y pesan; las personas sostienen los Estados Mayores, los Brexit y las manos que acarician los senos obteniendo redención tal y como manda la invitación. Más reprenden, ¡claro que sí! Colaboran en los detalles, y a veces van demasiado por delante poniendo en riesgo la actividad. Lo bonito de un nieto o sobrino no siempre es agradable, los cuentacuentos tienen su hora veinticinco, con sus qué si tengo, qué si doy, qué si soy… Esos momentos que quedan guardados para siempre son peor que las monedas, las camisas rescatadas de los jirones para ser osos de peluche o los caramelos que aparecen y desaparecen de los bolsillos de un mandil en nada simbólico. Calculan.
¿Qué es peor el daño o los cuentos para entender el mundo?, ¿cuál es el remedio más honroso? ¿Cuánto cuesta vivir? El problema territorial va más allá del ¿en qué puedo ayudarte? Iniciativas para resolverlo no faltan, ni leyes o agujas e hilo. Algo muy malo tiene que estar pasando…
Claro que hay que ser un líder medio pirata para poder seguir envolviéndose de regalos. La supervivencia nos puede llevar a ser muy malos. La decisión del qué hacer y cómo controlarlo nos encara al pacto clave, la subcomisión de una cita en un museo y un acto de recuerdo. Y se busca ese exclamar inimitable, la llave de todos los castillos:
-¡Mamá!
¿Todo bien?, ayer parecías un puente oxidado, peor que aquella máquina de tren donde jugábamos de niñas. ¿Recuerdas?
Una promesa es una promesa, dijiste que no te esconderías más de mí. Soy la misma que sabe que tomas lecitina de soja. Un comprimido cada mañana. Y lo del magnesio con la vitamina B6, la levadura y el germen de trigo, o las capsulas de colágeno con más magnesio. Y fui tu esclava sexual mientras quisiste. ¿Qué pasa ahora? no estamos en la Segunda Guerra Mundial, ¿cuéntame?
Ahí abajo pareciera que has vuelto al paleolítico. Conmigo no tienes un currículum ciego. Dime ¿qué paso con la multinacional? ¿Te contrataron?… Les dijiste lo que hablamos. ¡Para ya con ese existir!, ¡eres la mayor de las imperfecciones para mí! ¡Asómate del todo!
Para la persona lo más difícil de dominar es su lengua. Únete a mis espíritus. Optimismo absoluto es lo que precisas, estás paliducha… pero guapa, como tú siempre eres. Ven brujita, adormece mis caricias, mira cómo me he quedado: igual que cuando se nos alargaban las tardes y los ojos prometían. Tú, tú, tú…
Pronto serán las doce en el reloj, sube o déjame bajar, hay tanta plenitud a esa hora ¿Dónde estás apariencia sabida?… Luz nada más… saber que estarás… si quieres seremos eso, sé hacerlo. Soy tu extraño sueño, desnudo, tuyo; ¡sí!, tu absoluto presente, dulzura. Sueños, nuestros, todos. Nuestros, sí. ¡Lo ves!, tú tu fantasía, yo mi fuga. Impares, uñas… Huésped grato y mar. Y no necesitas excusas ni blancos culpables o cosas curiosas de malicioso sabor. Ya llevas pimienta rosa, y mar. Lava tus manos en tierra, estamos todas igual. Ni responsos ni nada; viajar, digamos. Luz, día, día, luz. Estamos todas igual… Y por fin encontrarás algo peor que yo… la verdad es que estoy harta de perseguirte. Tiemblo de ser tu anochecer… ¡Venga! que nos vamos.
Darle sentido a los términos, ese es el problema. ¡No sé ni qué ponerme ni cómo ponerme ni qué narices pasará contigo! Nos queda por delante casi medio año y ni la inteligencia artificial sabrá dónde estaremos.
Pediste a lo tonto de tanto pensarlo. Te dije que no concursases. Nuestra hija ya hace su vida, o lo intenta, lejos. ¿Dónde quieres llevarme? Te quedan, nos quedan, dos años para poder jubilarnos. ¿No íbamos a viajar? Me has usado. Nos has usado a todos. ¿Para qué trasladarse?
Dices que tienes un compromiso personal con la comarca tuya, ¿y yo?, ¿de dónde soy? ¡Haberle echado huevos y concursado a Bienestar Social o a cuidar niños en África! Mucho amenazar pero nada. ¿Dónde pido yo ahora?, ¿a qué instituto me voy? ¿Cojo un caleidoscopio, una brújula?, ¿me evado?, ¿qué le digo a mis compañeros? ¡No me haces caso!, ¡no!
¿Cuándo hemos podido estar tú y yo solos en casa sin que nadie nos moleste y sin tener que preocuparnos?, ¿había necesidad de pedir otro destino?… Mi hija me preocupa más a mí que a ti, forma parte del mapa de las prendas que amé, no te olvides… Visión global dices. ¡Un folio en blanco!, eso es lo que eres. El mismo que usaste para decidirte. Tuviste un mes sinvergüenza, ¡o quince días! Que para el caso es lo mismo. Sabías que iba a salir el concurso desde comienzos de año, ya te lo dijeron tus jefes, ya lo hablamos mil veces. ¡No te hagas el extraño ahora!
¿Cómo que vamos donde quieras? ¿Y si yo no voy?… Dos años para poder ir donde quisiéramos. ¡Dos! ¿Tengo que pedir favores a mi edad?, ¿y tú?, ¿no te da vergüenza? Mírame como me has dejado, compuesta y sin novio, porque eso quería que fuéramos: novios otra vez. La casa pagada, sin padres ni madres zascandileando, la hija empezando a ser una mujer capaz en la capital… Dejé que te comprases la moto, y que en la finca cambiases el tractor, ése que apenas usas y que nos costó más que el coche tuyo y mío… Cualquier cosa que es contraria a la naturaleza lo es también a la razón, y cualquier cosa que sea contraria a la razón es absurda. Se lo enseño a mis alumnos en cada curso. Tú llevas treinta años o más asistiendo a mis clases, ¡ni quiero recordar el tiempo que llevamos juntos sinvergüenza!… No te logro entender… con lo que yo te quiero… ¿Por qué dices que quieres ser libre?
Soy más que el oro negro, mira mis pliegues. Y ese blanco de la piel tendida, ¿acaso no vale un golpe de estado mayor? No quieras saber dónde están los límites. Tú que dices ser mi mejor fiscalista internacional, ¡tú que viajas tanto!, ¡tú que dices tener respeto por quienes no conoces! ¿a qué esperas?
Mi confianza no será eterna. Como ves, soy así. Ahora. O te atienes a mí o nuestra amistad se desmorona. Respírame profundo, siente mis entrañas. Fuiste tú quien dijo que no quería dos vidas en una sola para no tener nada. Los seguidores eligen a sus líderes. Ya no soy tu pasante, ¡ya no hay juicios!, ¡ya no hay estrados!
Respétame y dame tu confianza. Olvídate de las nóminas y vistas pendientes, o de esas entrañables conversaciones con vistas al mar. El mejor liderazgo se basa en la persuasión. No te pido que me hagas socia, sino integridad. La individualidad es el peor enemigo del liderazgo. Te dije que quería ser madre. Lo elogiaste rápido, te recuerdo.
Ahora no hay clases profesor, ni puedes tontear conmigo pelando el marisco. Tú eres el único responsable de conservar tu integridad. Yo no te estoy quitando tu base de poder y autoridad, pero si no la usas la perderás. No soy eterna. Ya me aseguré de conocer todo sobre ti. No sólo gestionamos cosas, lideramos personas jefe. Deberías verte, dudas más que yo.
Tanto detectar la manipulación y el engaño y no escuchas a tu instinto. Jamás te he escuchado decir en voz alta “me equivoqué” o el “no sé” magistrado. Todos podemos ser líderes, seguidores, colaboradores o extraños.
Hay putas de 500, putas de 20. ¡Yo debo ser la más tonta! ¡No sé ni mi precio!
Y putas y putas y más putas.
-¿Siguiente?- digo como si no supiera lo que me va a venir encima.
Y la necedad me hace oficio.
“Opening your mailbox” pienso al bajarles la cremallera, ¡cuándo llevan claro, qué algunos entran ya cagaditos!
Y se terminaron las rebajas.
Porque ni hombres ni mujeres, todas/as quieren su ratito de pilón. ¡Ni que fuera una fuente! Tengo complejo de piscina, no sé si en la barra en vez de pedirme un whisky debo tomarme un poquito de algicida de choque o cloro granulado.
Y lo mires por donde lo mires, ¡no hay tu tía!
-¿Qué?- contestan ellos/ellas al poco.
Y es que son la hostia ¿acaso no saben que soy puta y no un jurado popular?
-499 pido- aún a secas.
Y de vez en cuando alguno/a se rebela.
-¡Tú puta madre!- digo en esos casos de mala gana. No lo hago gratis.
Y me levanto, se terminó el estar de rodillas o en florituras.
Pero lo que me quita el sueño son las agencias de marketing. ¡Si tuviera esos recursos! Con mi cuerpo, solita lo que hago… ¡si tuviera sus recursos! Lo que sé. Como puta bien que lo sé. Yo también fui niña y sé lo que es que tu padre se quede traspuesto en el sofá, o que tu madre cocine escuchando la radio, y camine al tiempo. No hay tanta diferenciación, todo se crea, todo se precisa. Todo es sector servicios.
-Impulsos- me dicen algunos cuando se aceleran y se les enrojecen los mofletes.
Y callo, siempre callo en ese punto, que algunos me aprietan la cara contra sí.
-Espasmos- son más de decir ellas cuando se contraen y le escuece el gusto.
Y bien que lo sé, pienso entonces ante esas timideces.
Pero son recursos, chapuza y desgana. A lo que nos acostumbramos o acostumbran. Es ese el verdadero significado de los símbolos, haberes y tatuajes, ahora que están tan de moda ¡como si los egipcios o los mayas no los hubieran usado nunca!… ¡pendejos de mierda!
-Quiéreme si te atreves- le suelto de vez en cuando a alguno de mis clientes.
Y no hay ninguno como aquel.
En 20 años sólo Humberto Hinojosa supo gozarme y tomar distancia. ¡Menudo! Cogió el teléfono, marcó y en nuestro pequeño Manhattan se puso a hablar en otro idioma. Fue tan breve su relato que al llegar a Minneapolis no menos que me rebotaron sus palabras: “600 billetes han tenido la culpa, 600. Lo sé cariño. No me esperes”.
Y lo tuve que echar a patadas.
Jamás podré subir mi tarifa. A poco que lo intento, que una ya es perra vieja, me silban los oídos. Él se molestó en sujetarme el pelo como lo que es, cabello. No había retintín ni mayor necesidad de prisas incontenidas. Parecía mi padre recostado en el sofá dejándome agarrarle el cuello como si nada.
Y no dijo nada cuando lo eché.
Supo que vi la vida pasar exitosa y mísera en un santiamén. Tiró de las matemáticas del bolsillo y pagó a la cómoda sin aspavientos, como buen tipo. Ese sí que me estampó su firma.
Y siempre supe que jamás volvería. Ni extrañó que lo echase.
Barrabás, verdugo, enano… ese cuarto poder de todos; estuvimos juntos, olvidé lo demás. –Diferente no es malo, es sólo diferente- me dejó también.
Y mañana a esta hora tendré que ponerme sugerente y dejarme caer el sostén mirando de lado, para que aunque el acto sea efímero el recuerdo les sea eterno, agenciándomelos.
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