Hay una hora, un lugar en la que todo es posible y llueve a gusto de todos. Donde los recuerdos cierran las extenuaciones. Es un pacto para el engaño: ilusionismo, cambiar, modificarse, esperar… La serendipia de desactivar la desconfianza que desprenden los restantes ojos.
Ufff, prudentes e imprudentes no se es uno más,… y ni siquiera escondido se es tanto. ¡Qué cosas cuando la suerte llama a tu puerta! Seamos extraños.
-Termina lo que empezaste y después haces lo que quieras– me dijo.
Yo no quería, estaba agotado, fuera de lugar, muy desanimado… Sin ilusión… Pero lo hice.
Y ahora, ese lenguaje chato del poder. Extraños.
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